En septiembre se cumplirán 100 años de uno de los viajes más importantes para el Padre de la Patria Andaluza. Ese que realizó un 15 de septiembre de 1924 -según atestiguan algunas fotografías donde podemos ver a Infante vestido de chaqueta y corbata- para ir a visitar la tumba de Almotamid a Agmat.
El personaje de Almotamid era altamente conocido por Infante. De hecho, este publicó un libro sobre la vida del rey monarca, titulado Motamid, último rey de Sevilla (1920), donde lo presenta con una fuerte carga simbólica e histórica, reconociendo en este personaje el reinado de una Andalucía librepensadora, viva, culta, pacifista, humanista y abogada de la libertad de conciencia, valores que, más adelante, rescataría Infante para reclamarlos para su Andalucía.
Infante reconoce en la figura de Almotamid la desgracia que sufrieron muchos andaluces que, posteriormente, estuvieron obligados al exilio, conservando la identidad andaluza en esas tierras. Es por este motivo por el que el Padre de la Patria Andaluza reivindicaría para la autonomía andaluza las competencias de las relaciones con el entonces Protectorado español en Marruecos, porque se negaba a darle la espalda a una historia y cultura común que entendía todavía presentes y vivas.
Esta experiencia norteafricana, que supuso para Infante un fuerte impacto espiritual, le sirvió al abogado para tomar conciencia y empaparse de pautas culturales que compartía Andalucía con estas tierras, habitadas, en muchos casos, por descendientes de exiliados andaluces durante siglos, cuya fortaleza les permitió seguir manteniendo viva una latente identidad andaluza.
De hecho, fue Infante quien introduce a la población morisca como continuidad social de los andalusíes en la polémica sobre el origen del flamenco, entre gitano, animal u holandés. Además, Infante lo vinculó a la clase popular, a los jornaleros, como depositarios del espíritu popular y reivindicativo. Aspecto que muchos flamencólogos, a día de hoy, resaltan, pero cuyo origen estuvo en el Padre de la Patria Andaluza.
En definitiva, fue un viaje que permanecería con Blas Infante desde un punto de vista espiritual para el resto de su vida. Donde pudo comprobar, en primera persona, la cultura andalusí. Donde comprendió los orígenes y la hibridación de la cultura a ambos lados del Estrecho, y donde se empapó de conocimientos que más tarde verían la luz en múltiples estudios y libros que el abogado publicaría. Agmat simboliza un punto de partida, encuentro y continuación del legado andalucista de Blas Infante, y el próximo 15 de septiembre, un grupo de andalucistas ha organizado un viaje para rememorarlo.
Periodista todoterreno especializado en comunicación política. Tratando de interpretar la actualidad con la mirada puesta en el sur.
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Codirector de Espacio Andaluz.