Comienza el nuevo curso político y el Partido Popular de Moreno ha empezado por donde lo dejó: Cataluña. El pacto entre PSOE y ERC para una “financiación singular”, del que aún quedan varios capítulos por resolver, está siendo el centro de las miradas de los populares andaluces (y no tan andaluces), para redundar en la idea clave objetivo: el desagravio. Moreno y su Gobierno están aprovechando cada intervención para remover las conciencias del pueblo andaluz y guiarlos hacia una movilización que, desde el PP, quieren equiparar al 4D de 1977.
Bajo la premisa de la “ruptura de la igualdad” y en un plató de televisión, la nueva portavoz del Gobierno andaluz, Carolina España, espetó que “desde un punto de vista social, lógicamente, si hay que movilizar a la sociedad andaluza en contra de la ruptura del país, de la ruptura de la igualdad de todos los españoles, pues lo haremos, porque ya lo hicimos en el año 1977 y lo volveremos a hacer si hace falta”. Una comparación capciosa, puesto que los contextos, motivos y orígenes de ese 4 de diciembre de 1977 fueron totalmente opuestos para lo que el PP de Moreno quiere utilizarlos hoy.
El Gobierno andaluz está en una estrategia de “reescribir la historia”, en palabras del politólogo, sociólogo y profesor de Universidad, Dani Valdivia. Desde la llegada a la Junta de Andalucía Juanma Moreno se ha encargado de darle una vuelta a los símbolos que conformaban la identidad ‘institucional’ andaluza, así como nombrar el 4D el ‘Día de la Bandera’. Con este nuevo movimiento, de comparar una posible manifestación contra el agravio del pacto catalán y el 4D, el Gobierno andaluz estaría buscando “cambiar su rol histórico”. Aunque no es el único motivo. Para Valdivia, “el Gobierno andaluz utilizará -las movilizaciones- de manera clara contra el Gobierno central, este contexto les permite un nuevo 4D, que en este caso no es contra lo que está sufriendo Andalucía (educación o sanidad, por ejemplo) sino una movilización contra un supuesto agravio del Gobierno central contras las comunidades autónomas”.
Para el doctor en historia y experto en andalucismo, Manuel Ruiz Romero, esta comparativa no tiene ningún tipo de cabida: “El 4D nace de la sociedad civil; un conjunto de entidades culturales, mientras que ahora nace de las instituciones. Además, antes no había institución autonómica, ahora sí la hay, respetada por todos los ciudadanos y todos los grupos políticos menos el partido de las tres letras. Sería muy peligroso poner al frente de una manifestación a una institución porque no todos pueden sentirse representados”.
El 4D de 1977 fue una expresión popular única. Hija, inevitablemente, de su contexto social y político, que provocó que los andaluces fueran conscientes de que “pasaba el tren de la historia y no podían estarse quietos”, añade Ruiz Romero. “Entonces había un consenso muy generalizado en torno a la autonomía, que era una expectativa que, hoy por hoy, se ha cumplido de una forma relativa. De hecho, somos una autonomía que tiene un rango teórico de nacionalidad histórica, que nos igualaría a ese paquete de las autonomías plenas y, paradójicamente, somos una autonomía que solo ha sido gobernada por partidos centralistas”.
En esa batalla por la consecución de la ansiada autonomía en el máximo rango que permitía la Constitución, por derecho y herencia de los andaluces que redactaron un estatuto autonómico en la II República que nunca llegó a culminarse por la Guerra Civil, y aupados por los movimientos civiles que impulsó la transición, el 4D es un movimiento histórico que dota de significado y simbolismo las luchas del pueblo andaluz. Sin embargo, esta nueva manifestación planteada por el PP lo que pretende es “enfrentarnos con otro pueblo”, exclama el historiador. “No se trata de que otro pueblo lo logre, sino entender qué nos falta a nosotros para llegar a esas conquistas. Lo que tenemos que hacer es exigir que se gestione con más soberanía nuestro gobierno”.
Por su parte, Valdivia explica que el PP ha encontrado en el agravio el “motor electoral” con el que se identifica Andalucía. “Aquí siempre ha tenido el problema de encontrarse con una ciudadanía sociológicamente de izquierdas y el conflicto con Cataluña le está permitiendo erigirse en defensor de valores como la libertad, la igualdad, la autonomía”. En este juego, el éxito de Moreno ha sido entender la “identidad dual en Andalucía, sin excluir la una de la otra. En las manifestaciones vemos banderas andaluzas y vemos cómo se profundiza de nuevo en un andalucismo más débil, desvinculado de su contenido más social, alejado de la clase trabajadora y más vinculado a la identidad y a un orgullo andaluza más vacío”.
La posición más compleja está ahora en los partidos de izquierda andaluces, que tienen que realizar el ‘doble juego’. Es decir, y tal y como explica Valdivia, tienen que ser capaces de “articular un discurso claro de que Andalucía también merece esta ‘financiación singular’. Y el discurso debería ir sobre dos ejes: que Andalucía no se va a ver perjudicada y que incluso se tiene que ver beneficiada en la futura financiación autonómica”. Esta sería la primera parte de este juego del que hablábamos. Sin embargo, esta postura corre el riesgo de que las izquierdas parezcan comprar el discurso de Juanma Moreno.
“La oposición tiene un papel complicado porque es evidente que no puedes hacerle el juego a Moreno y caer en la trampa de asistir a las movilizaciones organizadas por el PP, que lo que buscan es una confrontación con Cataluña y el Gobierno central. Pero, por otro lado, tampoco pueden ponerse de perfil e ignorar movilizaciones que puedan tener cierto recorrido”, ha sentenciado Valdivia.
Sin duda la estrategia de Moreno es la de “matar el andalucismo de la transición”, según apunta Ruiz Romero. “Si se convocan estas manifestaciones del 4D sería sepultar, para las nuevas generaciones, ese espíritu del 77. De alguna forma, lo que estamos haciendo es enterrar ese espíritu reivindicativo de nuestros intereses y convertirlos en un día de agravio contra otros pueblos”.
Periodista todoterreno especializado en comunicación política. Tratando de interpretar la actualidad con la mirada puesta en el sur.
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Codirector de Espacio Andaluz.