La juventud es, sin duda alguna, el grupo de la población que más anda desangrándose por el precio abusivo y creciente que supone hoy día el acceso a la vivienda en Andalucía y España. La desorbitada cuantía que se ven las y los jóvenes obligados a pagar por un alquiler o por la compra de un inmueble está provocando que estos y estas tengan, o bien que posponer su emancipación para desarrollar un proyecto de vida autónomo y una familia, o bien que dedicar, como mínimo, la mitad de sus sueldos al pago de un arrendamiento. Todo ello, además, para acabar, en multitud de ocasiones, disfrutando tan solo de una habitación y compartiendo piso con otros inquilinos e inquilinas.
Tanto es así que el pasado sábado, en las manifestaciones celebradas en tres de las capitales andaluzas -Málaga, Sevilla y Cádiz-, la amplia mayoría de los y las que acudieron a la protesta eran jóvenes, quienes denunciaban lo “carísimos” y “desorbitados” que están los alquileres, y el imperativo que sufren actualmente de “tener que irse a barrios superperiféricos” para poder disponer de una vivienda digna, como advertía Cynthia Sánchez, una linarense (Jaén) de 30 años que acudió a la movilización desarrollada en Sevilla.
A esta marcha, que convocó a entre 10.000 y 30.000 andaluces y andaluzas, quiso también sumarse Lorena Carmona, una malagueña de 23 años que calificó esta inaccesibilidad a la vivienda de un “problema muy importante” y que “no solo afecta a la clase obrera sino a todo el mundo”, suponiendo que la población no pueda “acceder a un mínimo que es la vivienda”. “Y solo va a más”, añadía, recordando que “hace tres años, cinco años, con 500 euros podías alquilar un piso para una familia” y ahora con ese dinero “solo alquilas una habitación de unos considerados metros cuadrados”.
Periodista. Magíster en Comunicación Institucional y Política. Pasé por EL PAÍS y Agencia EFE. Codirector de Espacio Andaluz (EA).