Dos grandes actos vandálicos y otros tantos de menor impacto conforman el balance en menos de un año que consigna Andalucía en materia de conservación patrimonial. El último, que tuvo lugar durante la madrugada de este pasado jueves 1 de agosto, se saldó con la emblemática cruz de San Juan de Dios, localizada en la plaza que lleva este mismo nombre, en pleno centro de la ciudad de Málaga, por los suelos y destrozada por la mitad.
Hace algo menos de diez meses, otro crucero similar, esta vez el de San Lázaro, ubicado en la icónica plaza de Santa Marta de Sevilla, localizada a escasos metros de la Giralda hispalense, amanecía hecha pedazos, como mínimo, diez, para ser más exactos, en el pavimento empedrado de la reconocida y escondida plazuela sevillana. La obra, ideada por el arquitecto renacentista Hernán Ruiz II, labrada por Diego Alcaraz y que cuenta con casi cinco siglos a su espalda -pues data de 1564- está siendo actualmente intervenida por el Servicio de Conservación de Monumentos para su restauración, que ya suma más de 285 días, sin que haya nuevas noticias.
Ambos destrozos al patrimonio histórico malagueño, sevillano y, en última instancia, andaluz, responden a la misma motivación vandálica: el deseo de hacerse una foto encaramados a lo alto de ellas o a los brazos de estos cruceros. En la capital costasoleña, fueron varios los vecinos que testimoniaron que sus autores eran «un grupo de turistas» que afanaron tomar una instantánea subiéndose a ella, cuando el peso de estos desplomó la estructura, resquebrajándose la base.
En la localidad hispalense, por su parte, los técnicos descartaron desde un principio un móvil antirreligioso tras estudiar la pieza y concluyeron que la fractura y los posteriores desprendimientos se produjeron como consecuencia de que el/los culpable(s) también intentaron ascender por el cuerpo de la escultura hasta su punto más elevado o posarse en uno de sus brazos, cuyos pernos de hierro mostraban signos de haber sido doblados a causa de una gran carga.
Este primero de los episodios respondió nuevamente al ‘latemotiv’ del conocido como ‘terrorismo de Instagram’, es decir, el de retratar la ‘machada’ con una foto para redes sociales, la misma dinámica que se contempla cuando, en verano, diversos son los turistas que se meten en las fuentes históricas de las ciudades andaluzas, como ocurrió en la fuente del dios Mercurio situada en la Plaza de San Francisco de la propia capital sevillana -notificada por Espacio Andaluz- o aspiran a tomarse fotos subidos a otros tantos monumentos.
Dentro de la nómina del vandalismo registrado durante el último curso sobre el patrimonio histórico autonómico, cabe, de igual forma, recordar el incidente que se produjese en septiembre de 2023, cuando el excapitán del FC Barcelona, Gerard Piqué, incitase a un grupo de seguidores a bañarse en la Fuente de la Plaza del Obispo malagueña -obrada en el siglo XVIII- para ser premiados con entradas dobles para las finales de la Kings y Queens Cup, los eventos organizados por el ya exfutbolista en el estadio de La Rosaleda en octubre de ese mismo año.
Periodista. Magíster en Comunicación Institucional y Política. Pasé por EL PAÍS y Agencia EFE. Codirector de Espacio Andaluz (EA).