Manuel Ruiz Romero, doctor en Historia, pasa por ser uno de los mejores conocedores de la obra de Blas Infante. Próximo a conmemorar aquella efeméride en la vida de quien fuera nominado en 1983 por el Parlamento de Andalucía como Padre de la Patria Andaluza, recurrimos a su conocimiento para ilustrar aquel viaje que el 15 de septiembre un grupo de andaluces y andaluzas andalucistas tiene previsto realizar en homenaje al rey poeta y al notario ideólogo. Expedición de la que será testigo y cronista este medio digital y de la que informaremos a través de nuestras redes sociales y web.
La primera pregunta es obligada: ¿Por qué ese interés del hijo de Casares para visitar la tumba de Almotamid?
Para Infante, Almotamid es todo un símbolo muy presente en su vida. No es casual que la primera de sus obras literarias sea Motamid, último rey de Sevilla (1920), un texto teatral alrededor del monarca poeta, descrito a través de una prosa simbólica e histórica, de profunda dimensión mística y espiritual desarrollada entre una densa expresión barroca y modernista. Para Infante, la gestión del rey poeta de la taifa de Sevilla -la cual entonces ocupaba Sevilla, Cádiz, Córdoba, el Algarbe así como parte de Málaga- representaba una Andalucía librepensadora y viva, culta, pacifista, humanista y abogada de la libertad de conciencia.
Encarnaba los últimos momentos de un Califato andalusí condicionado por la intransigencia religiosa y el belicismo desde el ejercicio del poder: desde el norte por cristianos leoneses-castellanos y por el sur donde los integristas almorávides, quienes le deponen y condenan al exilio en Agmat (cerca de Marrakech) donde fallece prisionero en 1095. Su figura es para el notario un referente de cultivo de las artes y gestión de su territorio a través de la libertad, el pacifismo, el amor por la cultura y la tolerancia como valores muy distantes del extremismo político y el fanatismo religioso.
Es más, el personaje central al que se dedica la obra se acompaña de quien será su esposa Itimad (antes esclava, Romaiquía de nombre), también poetisa y mecenas cultural, personificando así un modelo de mujer proto feminista. Es decir, mujeres libres, instruidas, iguales y comprometidas con la transformación de Andalucía. Con todo esto podemos decir que casi era una asignatura pendiente en su vida y una constante a su vez, que se mostrará como veremos en otras facetas más allá de un simplón viaje turístico.
¿Cómo llega Almotamid a Agmat?
La vida de Motamid es una encarnación del empuje creador de la síntesis andalusí, ante la intransigencia de uno u otro signo religioso y político. Su destino significa un cierto paralelismo con el pueblo andaluz. Su obra teatral se convierte en una interpretación poética de Andalucía, junto a una apología de un librepensamiento enmarcado entre la libertad y la verdad. La llegada de los almorávides en 1088 a Al-Andalus significó la conquista de todos los reinos de taifas, y la reanudación de un nuevo periodo bélico con los cristianos-castellanos tras un periodo de relativa calma. Depuesto como sultán de la taifa de Sevilla que se extendió hasta la actual Murcia, fue desterrado a África para morir en las inmediaciones de Marrakech: Agmat. Hoy existe un mausoleo erigido en torno a los años ochenta, si mal no recuerdo, que ha dignificado su tumba junto a la de su mujer e hijo.
Infante llega a Marrakech en barco vía Lisboa hasta Casablanca, en lo que entonces era el protectorado de Francia. Para él es una peregrinación, pero no es un sentido religioso porque es un laico ecuménico, sino en un sentido de interiorización y espiritualidad cuasi mística. Reanudando como el mismo dice, los pasos de la visita que también recibe la tumba, entre ellos, citando al lojeño Ibn al-Jatīb (1213-1374), historiador y entre otras cuestiones, también poeta además de visir de distintos sultanes nazaríes constructores de la Alhambra.
Septiembre y en aquellos tiempos tuvo que ser duro la visita.
Alquila un coche, contrata un intérprete y tras superar diferentes inconvenientes, a través de varias fotografías realizadas por un catalán comerciante de maderas para los vinos de Oporto, se demuestra su presencia un 15 de septiembre de 1924 vestido de chaqueta y corbata. Indumentaria europea -digamos- con la que percibe la distancia que le procesan quienes le rodean. Por cierto, las imágenes de Infante vestido con una chilaba no son de este año, cosa que se suele confundir maliciosamente. Las que circulan se corresponden a la visita que le hace en su casa de Coria Abdesalam Bennuna, quizás la misma persona que iba a asistir a la Asamblea Regional pro autonómica de Córdoba en 1933, pero se lo imposibilita un temporal en el Estrecho. El había impulsado en el Protectorado a la llamada Liga de Acción Nacionalista la cual redacta un conjunto de reclamaciones entregadas a Alcalá Zamora. Es presumible que se le regalase la chilaba y el alfanje con el que se fotografía juntos en la azotea de su vivienda.
Estamos ante un episodio íntimo que transciende en el andalucista su realidad profesional y doméstica, incluso la política. No se trata de una recreación histórica o de hacer turismo. Como Infante anota hace una “ablución en la fuente de la Historia”. Es consciente de la profunda significación -cuasi mágica- que para él posee su presencia en aquel recinto donde se presenta como un exiliado más, víctima también en aquellos instantes de la dictadura primorriverista. De alguna forma, confirma intuiciones que le estarían rondando por su cabeza hace tiempo y le conecta con su admirada Al-andalus.
¿Qué trascendencia tiene la visita en la vida y obra del andalucista?
La experiencia magrebí será intensa y no acaba ahí. Resulta vital en su biografía. Durante su visita establece un lenguaje paralelo con el rito de visitar una Tierra Santa que, tanto para cristianos (Jerusalén) como musulmanes (La Meca) representa algo más que una mera presencia. Se siente en hermandad con los habitantes del lugar, siendo consciente de que buena parte de los andaluces fueron obligados al exilio conservando aún en esas tierras parte de la identidad andaluza. Pare Infante, el Estrecho no es lo suficientemente amplio como para dar la espalda a una historia y cultura común aún presentes y vivas, entre las dos orillas al margen del devenir político al paso de los años. Por eso reivindicaría para la autonomía andaluza que se persiguió durante la II República poseer las competencias de las relaciones con el entonces Protectorado español de Marruecos.
El caso es que a su regreso por Rabat escucha una nuba y le brota una intuición que le empuja a acercarse al universo flamenco al que no había prestado antes atención. Aquella percepción le enfrenta a numerosas preguntas que intenta responder una vez toma conciencia de que la música andalusí representa la melodía lírica del destierro de miles de moriscos perseguidos o esclavizados. Es más, algunos lugareños con los que conversa apellidados Crespo, Vargas y Torres, le preguntan si existen personas que en suelo andaluz se llamen igual…
Lo cuenta el andalucista también en un libro resultado de aquella experiencia: Orígenes de lo flamenco y secretos del cante jondo, redactado a finales de su etapa por tierras onubenses y primeros años en Coria del Río. La experiencia norteafricana le demuestra al andalucista la existencia de ciertas pautas culturales todavía presentes a ambos lados del Estrecho, vinculándolas con un pasado y revelando cómo la cultura andaluza desborda límites geográficos o administrativos. Es más, en la polémica sobre el origen gitano, animal u holandés del flamenco, Infante introduce a la población morisca como continuidad social de los andalusíes. Es más, junto a aportaciones de otros sectores marginales, los vincula a los jornaleros de hoy como depositarios de ese espíritu popular y reivindicativo. Hoy es habitual oír sus argumentos de flamencólogos; el mérito que tuvo es construirla y ser el primero en anunciarla contra viento y marea rompiendo moldes en su época. Fue el primero en decir que el flamenco es el cante de los “labradores huidos” y aclara: “en árabe, labrador huido o expulsado significa felahmengu”.
Por otro lado, para 1925 y 1926 desde su destino en Isla Cristina, emprende una campaña ante el Ayuntamiento de Silves -como ciudad que ve madurar al poeta- para que se le reconozca su figura, se nomine una calle y se coloque un azulejo de homenaje. Hoy día esta ciudad del Algarve Al-Motamid conserva una hermosa plaza que lo celebra con versos del poeta en árabe, inglés y portugués. No pocas críticas recibe Infante por ello, acusándole, una vez más y de forma miope, de ser propagandista del Islán.
Entonces, ¿no hay pruebas documentales de que Infante se hace musulmán?
Si estuviese convencido de que Infante se hace musulmán no tendría ningún problema de aceptarlo y decirlo así, pero el caso es que no existe prueba alguna para tal cuestión. No existe documento alguno, manuscrito inédito, testimonio de sus íntimos que lo afirme. El nunca hace pública esa cuestión. Otra cosa es su admiración por Al-Andalus (ojo, en su etapa tolerante de esplendor califal que acaba con la intransigencia almoravide como padeció Almotamid). En el año 1992 un tal Kettani publicó un libreo editado por la Universidad de Islamabad donde afirmaba con testigos que Infante se convierte y que, incluso, toma un nombre en árabe. Obra no traducida y de la que pongo en duda su contenido, aunque no sus claras intenciones propagandísticas para dicha creencia y la necesidad de atraer recursos para ello. Ese dato indocumentado con rigor ha sido aireado junto con algunas frases interesadamente descontextualizadas por la ultraderecha, para rechazar al notario y de camino al Islán en su deriva xenófoba y supremacista. Nada de eso creo que hay. La admiración por Al-andalus y que poseas un Corán anotado con comentarios de la pluma del andalucista no demuestra nada. Creo que el laicismo de Infante, su rechazo a los dogmas y su heterodoxia espiritual le hace estar muy por encima de creencias convencionales: lee y cita de siempre diferentes fuentes es un proceso tan inconformista como constante de búsqueda de la verdad y síntesis; de forma que su andalucismo ni es contemplativo ni es solo una realidad política: implica un camino de desarrollo personal en libertad y solidaridad que lleva a ser consciente y comprometido de lo que nos rodea: en este caso Andalucía pero también -como dice escudo e himno- la humanidad.
¿Cómo valoras esta celebración en el I centenario por parte de algunos andaluces y andaluzas?
Me parece interesante y por supuesto que voy a participar. Lo que me parece penoso es que instituciones y entidades que deberían estar al frente de este homenaje se hayan puesto de perfil. Algunos lo hemos intentado y omito citarlas por elegancia. Creo que ese mausoleo lo construyó la Junta de Andalucía. Es un mes regular porque en septiembre comienza el curso laboral y familiar como quien dice, pero esto un gesto lleno de simbolismo que un bus de andaluces sensibles a la figura de Infante y Almotamid rememoren aquel hito de la vida del notario. De otro lado, me encanta que desde Espacio Andaluz testimoniéis a modo de cronista el viaje para toda Andalucía. Allí nos veremos.
Periodista todoterreno especializado en comunicación política. Tratando de interpretar la actualidad con la mirada puesta en el sur.
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Codirector de Espacio Andaluz.