Plaza Nueva, Sevilla. 19:30 h de este viernes 28 de junio. Una multitud colorida se organiza en torno a este céntrico enclave hispalense. Tres colores se erigen como dominantes: azul, blanco y rosa. Personas trans, no binarias, gais, lesbianas y familias copan este punto. Les congrega la asociación ATA-Sylvia Rivera, la Asociación Trans de Andalucía, en una nueva Marcha Trans celebrada, por segundo año consecutivo, en la ciudad sevillana, y el segundo curso también con una ley bajo el brazo consolidada y peleada por el colectivo durante años; porque, como ellxs mismxs dicen, «porque fueron somos, porque somos serán».
En un año difícil para el colectivo, que no solo ha sufrido una burda campaña de desprecio por parte de influencers -todos hombres- y políticos de derechas y militares, que han intentado hacer creer a la ciudadanía que se han cambiado el sexo para jactarse de supuestos beneficios, en una clara práctica de fraude de ley, y ante un Ministerio de Igualdad, regentado por la socialista Ana Redondo, que invisibiliza la causa del colectivo trans, lanzando, de paso, «discursos transfóbicos», como ha denunciado en repetidas ocasiones la comunidad, la movilización discurre con un mensaje nítido de apertura: «Nuestras vidas importan».
Y es que, como el propio colectivo y la presidenta de ATA-Sylvia Rivera, Mar Cambrollé (Sevilla), toda una referente en la lucha por los derechos de las personas trans, reconocen, «nos quitaron tanto que nos quitaron hasta el miedo». Ahora, no darán ni un solo un paso atrás en la batalla por «seguir abriendo avenidas y alamedas de libertad y diversidad», en la contienda por el «derecho a ser». Algo que implica acabar con la transfobia de todos los espacios y lugares.
En la marcha, que bien podría evocar a aquella histórica por la liberación sexual liderada por el Movimiento Homosexual de Acción Revolucionaria (MHAR) y celebrada el 25 de junio de 1978, más de 2.000 personas se han dado cita en un entorno de resistencia, lucha, cuidados, apoyo mutuo y, sobre todo, «libertad de ser», consolidándose pues como «una herramienta identitaria para todos los cuerpos que habitan las disidencias.
Al frente de esta «furia trans», «ya imparable», la misma Cambrollé es la encargada de encabezar consignas contra la «transfobia institucional» y la «falta de políticas públicas» que hagan posible a las personas trans disfrutar de «igualdad de oportunidades» y gozar del «derecho a tener vidas felices».
Con proclamas como «fuera la transfobia de las instituciones», «nos pegan, nos matan y aquí no pasa nada» o «sin cupo laboral, fuera del orgullo», la multitud discurre por algunas de las arterias principales del casco antiguo sevillano hasta desembocar en el conocido bulevar de la Alameda de Hércules, punto clave del orgullo y la diversidad en Sevilla capital, y donde la lideresa del movimiento trans enuncia un emotivo discurso de cierre: «Que nadie esconda ya su afectividad. Vivid y amad como queráis, expresarse como queráis y sed quien queráis ser sin tener que pedir permiso a nadie».
Periodista. Magíster en Comunicación Institucional y Política. Pasé por EL PAÍS y Agencia EFE. Codirector de Espacio Andaluz (EA).