Diseño de opinión Dani Valdivia

Érase una vez… la juventud andaluza

Andaba ayer llegando a casa cuando escuché en La Ser a una chavala, Alba, contar las consecuencias que tiene para ella la desaparición del bono joven del alquiler en Andalucía. El bono joven, ¿se acordáis de él? Solo ha pasado un año y medio desde que Pedro Sánchez lo anunciara, un año desde que las comunidades – menos Andalucía, claro – comenzaran el proceso y siete meses desde que miles de jóvenes andaluces lo solicitaran pese a las dificultades de un procedimiento que ha mostrado por sí mismo las dificultades que cada joven andaluz tiene para emanciparse.

La Junta de Andalucía fue la última comunidad en abrir el proceso y será la última en cerrarlo, si es que este se cierra en algún momento. Como Alba, se cuentan por cientos los casos de jóvenes que dieron el paso de independizarse y ahora se ven con el agua al cuello por una ayuda que nunca llega. La misma Junta que no tardó ni 24 horas en regalar 275.000 euros a José Manuel Soto, sigue manteniendo en vilo a jóvenes andaluces que esperan como agua de mayo una ayuda recibida hace meses por el resto de las personas jóvenes de España

En una legislatura donde el gobierno de Juanma Moreno ha hecho del agravio comparativo respecto al gobierno de Pedro Sánchez su leitmotiv, resulta que la mayor discriminación que sufren los jóvenes andaluces no es otra que la que nos ha impuesto nuestro propio presidente andaluz. Mientras que los jóvenes andaluces hemos disfrutado de una importante mejora en nuestras condiciones de vida gracias a medidas del gobierno de Sánchez como las sucesivas subidas del salario mínimo, el aumento de las becas y de la reforma laboral, la marginación de la juventud andaluza por parte de Moreno Bonilla ha dejado a muchos de nosotros en la cuerda floja. Por si no tuviéramos dificultades para emanciparnos, el gobierno de Andalucía ha decidido ponérselo aún más difícil a quien ha dado el paso en el último año.

El bono joven del alquiler es el mejor resumen de las políticas de juventud desde la llegada de Moreno Bonilla a la Junta de Andalucía. Las comparaciones con el gobierno central o con otras comunidades autónomas son odiosas. Cuesta recordar alguna medida, una sola, que haya mejorado en algo la vida de la juventud andaluza en estos últimos cinco años. Nos prometieron viviendas públicas, pero la mitad de todas las construidas en Andalucía durante este período las ha hecho un Ayuntamiento, el de Dos Hermanas. Nos prometieron transporte, y nos ofrecieron una tarjeta, cuyos descuentos ya existían en los consorcios provinciales y han sido aumentados por el gobierno de Sánchez. Con este escenario, roza lo grotesco que el plan de empleo que excluía a jóvenes cualificados se llamara “Joven Ahora”, cuando ahora es el momento donde menos políticas de juventud existen en Andalucía.

Ante esta injusta relegación de la juventud por parte de Moreno Bonilla, desde el Consejo de la Juventud de Andalucía hemos empleado los ínfimos medios con los que contamos para trasladar los problemas de la juventud. Nuestra situación, la del Consejo de la Juventud con menos recursos de España, sin técnicos ni personal alguno y con solo 30.000 euros de presupuesto – ¡15 veces menos que Cataluña – es la última muesca de la exclusión de la vida pública en la que nos encontramos los jóvenes andaluces. Parece que la juventud en Andalucía solo existiera para que políticos que ni nos representan ni defienden nuestros intereses se hagan de oro a nuestra costa. Solo así se explica que la Junta de Andalucía gaste más dinero en el personal y los altos cargos del Instituto Andaluz de la Juventud que en políticas de juventud o que su director general cobre el doble que el presupuesto anual del Consejo de la Juventud.

No hay duda de que los jóvenes andaluces, quienes trabajamos en nuestra tierra y queremos Andalucía como nadie la quiere, merecemos mucho más de lo que hoy nos ofrece el gobierno andaluz. Lo primero de todo, algo tan sencillo como que el bono joven del alquiler llegue de una santa vez a los bolsillos de jóvenes trabajadores discriminados por ser andaluces, no por Sánchez o ningún otro dirigente, sino por Juanma Moreno. Alba, Daniel y los miles de jóvenes que ya se están organizando para defender sus derechos no tienen la culpa de ser andaluces y sufrir a un presidente que, todavía, nos dirá que Sánchez no le ha dejado darnos el bono. O de Bildu, quien sabe. Quizás los jóvenes de Andalucía debamos pactar con Bildu. Quizás así en Canal Sur, en el Parlamento o en la Junta se acuerden de nosotros.

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