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Clamor popular contra la violenta «represión policial» con la que fueron desalojados los estudiantes de la Acampada por Palestina encerrados en el Rectorado

Las impactantes imágenes registradas durante la noche de este pasado lunes en el Rectorado de la Universidad de Sevilla siguen generando indignación absoluta, prácticamente sin matices, entre la población sevillana y andaluza. La «represión policial» -como lo catalogó el Sindicato de Estudiantes de España- ejercida violentamente contra los estudiantes que decidieron ocupar el decanato de Filología para dar «un paso más en su lucha» por forzar a la Hispalense a romper vínculos definitivos con sus homólogas «sionistas» y que se cumplan «sus reivindicaciones» en este sentido ha suscitado una importante cólera entre diversos sectores de la sociedad, especialmente, el del alumnado universitario y el de determinados movimientos sociales.

Tras esperar a la noche para que el escarnio público fuera el menor posible, como apuntan fuentes estudiantiles, la Universidad de Sevilla solicitó la entrada de varios agentes antidisturbios a la Real Fábrica de Tabacos de la capital hispalense, enclave principal de la US, para desalojar al alumnado concentrado en el citado decanato en ánimo de protesta en defensa de la comunidad palestina, ante el genocidio que esta viene sufriendo durante los últimos meses a manos del Estado de Israel.

En la secuencia de la entrada de los cuerpos de seguridad del Estado por la fuerza en el interior de este departamento, grabada con teléfonos móviles por los propios manifestantes, puede observarse como los agentes se emplean con dureza, porrazos y golpes no reglamentarios mediante, incluso, pese al sosiego del encierro. De hecho, ya adelantaba la asamblea convocante de la acción antes de esta que sería «totalmente pacífica» y que «toda resistencia» también lo sería, «en la línea de toda la actividad durante la acampada». «No tenemos intención de realizar ningún daño material. No lo hemos hecho y no lo vamos a hacer», aseveraban.

Tal es el grado de beligerancia por el que optaron los antidisturbios que uno de ellos llegó a neutralizar, durante varios segundos sin pausa, por el cuello y en el suelo a uno de los protestantes, que acabó cortándose, lo que provocó que se vislumbrase posteriormente un reguero de sangre sobre el pavimento de la sala. Todo ello, pese a que el resto de manifestantes universitarios le advertían insistentemente que el chico había sufrido un corte. 

Ayer, tras la frenética jornada, centenares de voces universitarias, docentes, sociales y políticas se unieron en la puerta de acceso al Rectorado para reprobar la «vergonzoso» y abrupta intervención policial y exigieron la dimisión del actual rector de la Hispalense, Miguel Ángel Castro Arroyo, condenando que, por primera vez en democracia, un rector de la Universidad de Sevilla ha pedido a la policía que entre en el recinto universitario para disolver una protesta política. 

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