El escándalo de las graves negligencias del Servicio Andaluz de Salud (SAS) en el cribado del cáncer de mama sigue escribiendo nuevas páginas. La última la ha firmado el propio presidente andaluz, Juanma Moreno, quien ha dado la versión de la Junta de Andalucía sobre esta demora de meses e incluso un año en advertir a miles de mujeres andaluzas que debían hacerse pruebas diagnósticas complementarias ante las sospechas en sus primeras mamografías de padecer el tumor.
Moreno ha argüido que «cuando hay indicio», los servicios sanitarios andaluces sistemáticamente «no dicen nada para no generar ansiedad«. Un pretexto incomprensible, a la par que profundamente nocivo, puesto que ante cualquier enfermedad oncológica, la detección precoz y el tratamiento temprano de la patología suponen la aplicación de terapias mucho menos agresivas para el paciente, evitan efectos indeseados de calado y, en último término, salvan vidas.
«Cuando un radiólogo o especialista tenía dudas, lo que hacía era dejarlo en suspensión, y no se le comunicaba a la mujer para no generar la incertidumbre; cuando hay algún posible indicio de futuro, lo que se hace es no introducir un elemento de ansiedad, se decide no decirle nada y ya se le harán pruebas posteriores», ha asegurado ante los medios de comunicación citados para pedir explicaciones el máximo dirigente autonómico. Un argumento que ha sido durísimamente criticado por ciudadanos y ciudadanas, colectivos sociales, asociaciones de mujeres con cáncer de mama y numerosas voces políticas.
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Periodista. Magíster en Comunicación Institucional y Política. Pasé por EL PAÍS y Agencia EFE. Codirector de Espacio Andaluz (EA).




