La Junta de Andalucía sigue desoyendo las decenas de miles de voces críticas en la comunidad contra su modelo turístico, el turismo masivo y la proliferación sin coto de pisos turísticos en la comunidad y continúa haciendo guiños a las patronales que viven, precisamente, de la problemática. La delegada de Turismo de la administración pública andaluza en Málaga, Gemma del Corral, decidió unirse el pasado miércoles 3 de julio a una declaración institucional presentada por la Asociación de Hosteleros de Málaga (Mahos) en la que advertía de una «creciente ola de turismofobia» en la capital costasoleña.
Del Corral no escondió su apoyo a los empresarios hosteleros y llegó incluso a aparecer en la foto protocolaria de una campaña lanzada por el sector tras la protesta masiva del 29-J. En su comunicado, que también fue suscrito por el concejal de Turismo del Ayuntamiento malacitano, Jacobo Florido, y la consejera delegada de Turismo y Planificación Costa del Sol, Esperanza González, la Mahos aseveró que los malagueños y malagueñas estaban «demonizando su principal industria y sustento» por la «demagogia política» en torno a esta actividad.
Los miembros de la Asociación de Hosteleros malagueños expresaban su preocupación ante el que consideran que es un movimiento turismofóbico equivocado en sus motivaciones, los problemas de vivienda e infraestructura, que llegaron incluso a atribuir a «algunos políticos que encarecen la vivienda y luego culpan al turismo de la falta de alquileres accesibles».
La inquietud de los hosteleros malacitanos, sin embargo, rehúye de centrar su foco en la precariedad laboral existente en el sector en el que trabajan, especialmente en Málaga, donde cada vez son menos los camareros y el personal de cocina disponible. Este escenario hizo incluso que la propia Mahos diese el pasado año la voz de alarma por la falta de trabajadores cualificados. Podemos Málaga y uno de sus representantes, el concejal local Nico Sguiglia, fueron tajantes al respecto al anotar que «en Málaga no faltan camareros», sino que «sobra precariedad y malos empresarios».
UGT Andalucía explicaba entonces las razones de esta realidad arguyendo que la hostelería se ha sostenido en la capital costasoleña y en la provincia nutriéndose desde la crisis financiera de 2008 de haber sido un sector refugio para los trabajadores de la construcción que fueron despedidos cuando estalló la burbuja inmobiliaria, algo que llevó a los empresarios a «jugar con esa necesidad» que acabó «fomentando la precarización en contra de la profesionalidad». Ahora, esgrimían, la coyuntura es distinta porque hay empleo en otras actividades como la logística, el transporte y la industria y los trabajadores han cambiado un empleo precario por uno de más calidad y más estable.
Periodista. Magíster en Comunicación Institucional y Política. Pasé por EL PAÍS y Agencia EFE. Codirector de Espacio Andaluz (EA).