El libro escrito por Álvaro Díaz del Real rescata las vivencias de un grupo de jóvenes de Mairena del Aljarafe (Sevilla) en sus primeras expediciones y experiencias en la noche sevillana, teniendo que lidiar con la agresividad de la misma y huyendo para refugiarse en un oasis aún por descubrir, las raves.
‘Andergraun’, una novela cautivadora, divertida y con espíritu de crónica de la generación que creció con el nuevo milenio, centra su atención narrativa en un grupo de jóvenes del aljarafe sevillano. Sus vidas, en plena adolescencia y entrada en la universidad, se verán afectadas por los primeros contactos ‘adultos’ con la noche sevillana, la desidia que esta les provoca por los insufribles problemas que ocasiona, el tedio del día a día en un municipio y/o provincia con escasa oferta cultural y el sinfín de horas disponibles con las que rellenar de creatividad sus actividades.
En unos años salvajes, como se puede comprobar en el libro, y con unos diálogos que tratan de rescatar, lo más fidedigno posible, el modo de hablar de los chavales de un pueblo de Sevilla – el libro cuenta con un glosario de términos en andaluz – , en el libro también podemos encontrar experiencias duras de unos adolescentes que se hacen mayores, puesto que el relato llega incluso hasta la actualidad.
Las vicisitudes que han de recorrer unos veinteañeros a principios del nuevo milenio se van entroncando con los contextos socioeconómicos que marcarán, indudablemente, sus rasgos y personalidades para marcar, definitivamente, sus vidas.
‘Andergraun’ no se propone soportar la carga histórica de crónica, pero cruza su frontera en reiteradas ocasiones para expresar, con la mirada de un autor que plasma sus experiencias ‘negro sobre blanco’, el difícil camino de una generación que tuvo que “reinventarse” en reiteradas ocasiones, según el propio autor.
El libro también ofrece una mirada única y particular de la cultura andaluza, presente en toda la novela, como no podía ser de otra manera. Así, el autor enfrenta al lector a la realidad más contradictoria de Andalucía, esa que defiende que vira entre el “folclore y la vanguardia”, que podemos ver representado en el personaje de Hoselito.
Estos chavales que protagonizan la novela tienen que “reinventarse”, en un conato de “rebeldía” contra el sistema, que obligaba a los jóvenes a desperdiciar su ocio en las plazas de las ciudades o municipios, a base de litronas, pipas y primeras experiencias con las drogas, también muy presentes en la novela.
La solución que encuentran el grupo conformado por universitarios de clase media de un pueblo de Sevilla es, nada más y nada menos, que huir de un mundo dominado por los canis, esa tribu urbana que tan de moda estuvo en la primera década de los 2.000, y del abuso de poder de las discotecas, ramificado en todas sus formas y extensiones (horarios, conducta, vestimentas, personal, etc.), para encontrarse en un oasis sin normas, que sirviera de refugio a aquellos que querían disfrutar de una forma diferente, que les negaban una personalidad propia y que les diera la seguridad de dar rienda suelta a su imaginación.
Las raves se convirtieron en este oasis, nunca separadas de alcohol, tabaco y drogas -tampoco así las noches de botellón- en el que cada vez más personas se sentían representados e identificados y acudían a tratar de escapar de un panorama asfixiante.
Todo esto, y mucho más, en la crónica de una época salvaje que Álvaro Díaz del Real ha dado en llamar ‘Andergraun’. Pronto, la entrevista en Espacio Andaluz.
Periodista todoterreno especializado en comunicación política. Tratando de interpretar la actualidad con la mirada puesta en el sur.
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Codirector de Espacio Andaluz.