Pesca sostenible en los Esteros del Guadalquivir. Foto: Esteros del Guadalquivir.
Pesca sostenible en los Esteros del Guadalquivir. Foto: Esteros del Guadalquivir.

Biólogos alertan de a lo que podría conducir el vertido del «veneno» de Aznalcóllar en el río Guadalquivir: «Puede ser la ruina económica total para el Bajo Guadalquivir»

Varios son ya los biólogos, especializados en Genética Microbiana y Molecular y en Microbiología, que han alertado de las desastrosas consecuencias, no solo para el entorno natural del Bajo Guadalquivir, sino para el tejido económico presente en la Mancomunidad de hasta once municipios que conforman este enclave andaluz, donde las actividades agrarias, ganaderas y pesqueras tienen un importante impacto en el PIB local, que podría tener el vertido de miles de millones de litros de aguas tóxicas procedentes de la mina de Aznalcóllar (Sevilla) en el ecosistema fluvial del río Guadalquivir y que ya ha preautorizado la Junta en un «informe de admisibilidad».

Expertos en Genética Microbiana y Molecular, como José Emilio Rebollo, advierten del grave peligro al que podría enfrentarse el Bajo Guadalquivir de producirse finalmente el derrame: «Lo que se le viene encima, como se lleguen a verter estos venenos en las aguas del río puede, puede ser la ruina económica». Este científico, profesor titular en la Universidad de Extremadura (UEx) y con publicaciones de referencia en numerosas revistas de impacto, ha reparado en que los metales pesados presentes en estas aguas contaminadas, como cadmio (prioritariamente peligroso), mercurio (importantemente nocivo), arsénico o plomo, «van a llegar a los cultivos, van a llegar a los acuíferos, a las playas o al Coto de Doñana», es decir, a recursos que tienen «una importancia económica crucial» para esta comarca que comparten las provincias de Sevilla y Cádiz.

Cabe destacar que la alta concentración de estos metales pesados, más si cabe a tenor de la millonaria cifra que se pretende evacuar en el río, concretamente en la Corta de la Cartuja, a su paso por la provincia de Sevilla, y la larga exposición para poder depurar la cantidad ingente de agua tóxicas, prevista para 18 años, tendría efectos directos perjudiciales sobre el organismo de todo ser vivo con el que el agua entrase en contacto y/o, especialmente, que se nutriese de ella, puesto que intervienen en numerosísimos procesos enzimáticos, especialmente, ligados al sistema nervioso o al material genético del cuerpo humano.

Estos metales disueltos o biodisponibles, que son «muy persistentes», «muy estables» y pueden estar «contaminando el río durante décadas, siglos e, incluso, milenios», como confiesa Rebollo, componente del comité científico de Podemos Sevilla, acabarían llegando al resto de eslabones de la cadena trófica, entre ellos, a la población humana, principalmente a la del entorno del Bajo Guadalquivir -consumo de productos agrícolas, ganaderos o pesqueros que se hayan alimentado de este agua contaminada-, en la que las consecuencias neurotóxicas y genotóxicas pueden ir desde mareos, convulsiones o mutaciones, hasta cáncer, infertilidad o descendencia con mal formaciones, ya que estas modificaciones en el material génico son transmisibles a generaciones posteriores.

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