Andalucía ya ha manifestado su primera negativa pública a la autorización de la Junta de Andalucía de verter más de 80.000 millones de litros de aguas tóxicas procedentes de la mina de Aznalcóllar, donde la Administración andaluza pretende que se reinicie la actividad minera, al ecosistema fluvial del río Guadalquivir. Andaluces, andaluzas y ecologistas se congregaron este pasado jueves 25 de abril para mostrar su rechazo absoluto a este proyecto, que pretende arrojar el contenido contaminado que se generase en el desastre de Aznalcóllar de 1998 a las aguas del río que abastece a buena parte de la comunidad andaluza.
Lo hicieron en una concentración convocada precisamente a orillas de Guadalquivir, concretamente en el Muelle de la Sal sevillano, coincidiendo con que es a su paso por la ciudad de Sevilla, en la Corta de la Cartuja -situada frente al Estadio Olímpico que lleva este nombre-, donde la entidad concesionaria de la reexplotación de la mina de Aznalcóllar y la Junta afanan derramar durante 18 años y medio esta millonaria cifra de aguas cargadas de metales pesados nocivos para la salud ambiental, de los seres vivos de todo el Bajo Guadalquivir y de la población humana que vive en las localidades de todo este entorno.
En la movilización se dieron cita tres centenares de personas, no solo de municipios sevillanos y gaditanos, provincias en las que repercutiría con especial impacto esta evacuación de aguas con residuos de la mina aznalcollera, también residentes y/u oriundos de otros puntos de la geografía andaluza, como Málaga, Córdoba o Granada. En ella, numerosos fueron los contundentes lemas en contra del dictamen ambiental positivo emitido por la Consejería de Agricultura, Ganadería y Pesca, sobre los que destacó el que abanderó la manifestación, «No a los vertidos mineros al río», y que incluso fue colocado por los dos grupos ecologistas presentes, Greenpeace y Ecologistas en Acción, en las barandillas del icónico Puente de Triana hispalense.
Los grupos ecologistas, asimismo, agendaron la protesta ante la que podría ser una nueva hecatombe ambiental -esta vez, también de consecuencias humanas- para el 25 de abril con el objetivo de hacerla coincidir justamente con el día en el que se cumplían 26 años de la catástrofe que tuvo lugar en la mina de Aznalcóllar, cuando la apertura de una brecha de más de 50 metros en el muro de la balsa minera provocó un vertido en la cuenca del río Guadiamar de unos seis millones de metros cúbicos que contenían una altísima concentración de agentes contaminantes, matando a la población animal y vegetal. Ahora, gran parte de estos residuos son precisamente los que Minera Los Frailes SL y la Junta aspiran a derramar sobre el Guadalquivir.
Periodista. Magíster en Comunicación Institucional y Política. Pasé por EL PAÍS y Agencia EFE. Codirector de Espacio Andaluz (EA).
