Basura, basura y más basura. Esa era la esperpéntica estampa que lucía la céntrica Plaza de la Catedral de Cádiz tras este pasado sábado de carnavales, el segundo sábado de la fiesta grande gaditana. El botellódromo improvisado que horas antes se había desplegado abarrotando todo el icónico enclave dejó tras su paso una ingente cantidad de residuos orgánicos, pero, sobre todo, no biodegradables: plástico, vidrio, papel, cartón, metal…Este deplorable panorama, que fue fielmente retratado en vídeo en la plataforma ‘X’ por el usuario Abraham Medina (@abraham_ms11), también se extendió al resto de la capital gaditana, llegando a ser de tal grado que los servicios de limpieza del Ayuntamiento de Cádiz notificaron haber recogido la friolera de ¡137.880 kilos de desperdicios!
Y es que a pesar de que la plaza amaneció impoluta gracias a la habitual labor encomiable de los operarios del Consistorio local, miles son los gaditanos y gaditanas que continúan denunciando que el actual modelo de organización de esta tradición gaditana que permite e impulsa la corporación municipal ha ido empeorando cada año progresivamente hasta hacerse, durante la presente edición, en insostenible.
Un arquetipo que necesariamente requiere de que sean repensadas nuevas fórmulas que permitan la pulcra convivencia entre el disfrute de los propios gaditanos y gaditanas, especialmente aquellos y aquellas que llevan a cabo un impetuoso esfuerzo de ensayo durante todo el año bajo la composición de una agrupación carnavalera -del COAC o callejera-, el deleite de apasionadas y apasionadas de la fiesta que provengan de la provincia o de fuera de ella, el goce de autóctonos y foráneos cuyo interés sea el de un festejo con disfraces sin más y el respeto por el patrimonio y la sostenibilidad de la propia capital ‘gadirita’.
Periodista. Magíster en Comunicación Institucional y Política. Pasé por EL PAÍS y Agencia EFE. Codirector de Espacio Andaluz (EA).