Las muñecas de plástico no darán ni un paso atrás

El 25 de noviembre es esencial para todas aquellas andaluzas que están viviendo o han vivido una situación de violencia de género. Definimos como feminicidio al “asesinato de una mujer a manos de un hombre por machismo o misoginia”. Sorprendentemente, en un siglo lleno de avances, todavía tenemos que estar hablando de esto. Diecisiete. Andalucía encabeza el ranking de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en lo que llevamos de año. Diecisiete son las mujeres que han perdido la vida este 2023 por culpa de la violencia machista.

Al hablar de mujeres maltratadas siempre se nos suele venir a la cabeza la representación de una madre de aproximadamente 40 años. Por muy duro que parezca, aún nos cuesta asimilar que las chicas jóvenes cada vez sufren más situaciones de violencia de género. Hace poco, la fundación ANAR publicaba un estudio donde se demostraba que los casos de violencia machista han incrementado un 87% en España desde 2016 hasta 2022 y que la edad media de las víctimas era de 16 años. Desgraciadamente, en este rango de edad cada vez es más común normalizar las conductas machistas. El problema comienza cuando las niñas identifican la violencia de género exclusivamente como violencia física y desconocen el resto de señales que aparecen previamente. Los jóvenes romantizan factores claros de violencia como aislar, controlar, humillar, insultar, menospreciar, etc. Por esta razón, la sociedad en conjunto, tiene que estar preparada para saber identificar estos signos que, a veces, en el caso de los jóvenes, pueden dejarse pasar por alto por el mero hecho de ser “cosas de niños”.

Cuando la edad media de las víctimas de violencia de género cada vez es más baja es porque claramente existe un problema en el sistema que hace que estas niñas no sean capaces de identificar mucho antes las señales. Por eso, es de vital importancia destacar el papel que tiene la educación en la lucha contra cualquier tipo de violencias sobre las mujeres. Es fundamental que a los niños y niñas se les eduque en una enseñanza dentro y fuera de la escuela basada en valores como la empatía, el diálogo y la igualdad. La educación es el remedio más poderoso que existe para luchar contra este grave problema. Aunque algunos partidos hablan de “adoctrinamiento”, yo prefiero llamarle “azote de realidad” porque aunque silencien charlas en las escuelas, libros o representaciones teatrales todo esto nos sigue ocurriendo y, desgraciadamente, cada vez son más las mujeres que son víctimas de la violencia de género. Ante esto, el feminismo es el mayor escudo que tiene la sociedad para evitar que continúen ocurriendo atrocidades como las que estamos viviendo este 2023 en Andalucía y en el país en general.

En todas las manifestaciones del 8 de marzo siempre leo una pancarta que explica que a nosotras también nos agota tener que estar luchando por “esta tontería”. Todavía nos parece inconcebible que en pleno 2023 tengamos que seguir pidiendo que se nos respete, se nos trate como iguales y lo más impactante, que no se nos asesine. Por ello, tampoco vamos a permitir que por culpa del avance de ciertos partidos extremistas dejemos que se pisotee todo lo que las mujeres hemos conseguido con tanto esfuerzo a lo largo de la historia, porque por muy asombroso que parezca, somos mucho más que muñecas de plástico. Aún así no vamos a parar y vamos a seguir luchando por todas aquellas que injustamente hoy ya no están y para que todas las que a día de hoy están sufriendo sepan que hay salida. Ante la violencia machista no daremos ni un paso atrás.

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