Pese a que 2023 se cobró la vida de 8.771 personas mayores que aguardaban en las listas de espera de la dependencia en Andalucía, según los datos arrojados por el XXIV Dictamen del Observatorio Estatal de la Dependencia, elaborado por la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, 2024 parece lucir una dinámica muy parecida a la del ya caduco curso previo y las organizaciones sindicales ya cifran en «más de 4.000» los andaluces y andaluzas que han perecido este año en esta nómina mientras esperaban recibir la ayuda que les correspondería.
En la misma encrucijada de estas listas de espera de atención a la dependencia, donde actualmente ya son más de 53.000 las personas que las integran en la comunidad, viven Carmen Corral y María Mercedes Corral, dos octogenarias de 84 y 82 años, respectivamente, que no pueden valerse por sí mismas y quienes, tras seguir aún en este fichero, ven cómo sus hijos tienen que responsabilizarse cada día absolutamente de todo lo que requieren, puesto que esperan desde 2023 a que la Junta de Andalucía valore y resuelva la tramitación de sus ayudas.
Con una pensión mínima, como es el caso de la primera de ellas, Carmen, apenas piden que haya una persona que las atienda durante al menos tres horas: «No puedo ni limpiar la mesa, ni fregar ni caminar», reconoce en declaraciones a Noticias Cuatro. Pese a que el pasado curso solicitaron el acceso a la Ley de la Dependencia en el territorio, hasta día de hoy «no han recibido nada, ni por carta, ni nadie que haya venido». De hecho, no son pocas las ocasiones que su hijo, Manuel Martín, ha ido a reclamar el porqué de la demora y «nada, lo mismo, siempre la misma respuesta». Le aducen que «está por ahí y que está en espera».
María Mercedes se encuentra en una situación aún peor. Con 82 años, está enferma con un cuadro patológico diverso. Su hijo, Daniel García, le atiende, le asea, le cocina y le limpia, pero, al igual que ocurre con el de Carmen, tiene que ir a trabajar. Insiste en que «solo» quiere «una ayuda de algo». Hasta ahora, es un sinvivir para su primogénito dejarla sola, y en esos momentos, el botón de teleasistencia, un aparato con el que se ha acostumbrado a vivir, es el único salvavidas si le pasa algo. Como si de caminos paralelos viviese con su homóloga andaluza, lleva, como confiesa su hijo, un año en lista de espera y teme que se tire «dos años, dos años y medio o tres años», como «le ocurre a otras personas», lo que le lleva a este a cuestionarse contundentemente si «estamos dando lugar a que la persona se muera y que no venga nadie a casa a atenderla».
Vídeo: Noticias Cuatro
Periodista. Magíster en Comunicación Institucional y Política. Pasé por EL PAÍS y Agencia EFE. Codirector de Espacio Andaluz (EA).