Una voz soberana en Europa, una de las tantas cuentas pendientes de Andalucía

Una voz soberana en Europa, una de las tantas cuentas pendientes de Andalucía

Con el claro referente del auge de las izquierdas soberanistas en las llamadas nacionalidades históricas, cada vez son más los andaluces y andaluzas que creen firmemente que la solución a las cuestiones que han martilleado históricamente y lo siguen haciendo actualmente a Andalucía ha de nacer -y morir, si es oportuno- desde lo meramente autóctono. La máxima del andalucismo soberanista es clara: «nadie pues mejor que el pueblo andaluz para dirimir y decidir su propio destino». Que la población andaluza sea consciente de ella será, sin embargo, la principal tarea de Ahora Andalucía, la candidatura recientemente conformada por andalucistas de conciencia para concurrir a las venideras elecciones europeas (9 de junio) y que lidera el granadino Javier García Fernández.

La conformación de este «frente amplio andalucista de mínimos», como sus principales valedores lo han calificado, que pretende aglutinar a todo el electorado andalucista de carácter progresista en una vía andaluza lo más ancha y espaciosa posible, llega en un momento en que la transformación de Andalucía y de la población andaluza parece requerir más que nunca de la toma de distancia de toda dinámica de partidos, proyectos, aspiraciones y ambiciones que se establezcan dentro del eje centro-periferia, en el que da sensación de haberse instalado durante los últimos años.

El caudal de ganas y deseos de que en cualquiera de los comicios, europeos, nacionales o territoriales, haya una papeleta andalucista, nunca falta, por mucho que tantos y tantas quieran intentar sepultar interesadamente e impregnar de pesimismo una idea-fuerza de extremo peso como el andalucismo. Los resultados del sondeo elaborado por la Fundación Centro de Estudios Andaluces el pasado año no dejaron ya dudas al respecto. El 18,5 % de los participantes en aquella encuesta aseguró sentirse «más andaluz que español», el porcentaje más elevado desde que hay datos sobre este sentimiento de pertenencia andaluz, sin desdeñar que más de seis de cada diez encuestados (64,3 %) dijera identificarse como «tan españoles como andaluces».

Ahora Andalucía tiene la ilusionante papeleta de crear una confluencia nacionalista desde abajo, un paisaje de estrategias compartidas, de conciencia de clase elevada a conciencia de pueblo que logre ilusionar a la ciudadanía andaluza lo suficiente como para servir de relevo y nueva savia de la última de las participaciones del andalucismo soberanista en las instituciones europeas, aquella que consiguiese el Partido Andalucista en 1999, sentando en Estrasburgo al jiennense Carlos Bautista (1999-2003).

El reto, además, cuenta con el importante aval de lo logrado durante las últimas elecciones andaluzas por Adelante Andalucía, formación andalucista que consiguió sorpresivamente dos diputados en el Parlamento andaluz, gracias, en buena parte, al hiperliderazgo de Teresa Rodríguez y a la alta estima que la población autonómica tiene sobre ella, sin ambages, ni colores, transversal, especialmente en la, hoy día, fragmentada izquierda territorial.

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