‘Lorca en la Habana’ es un documental que recupera la huella que Federico García Lorca dejó en su breve -pero trascendente- estancia en Cuba, y lo que esta le dejó a él. Dirigida por el escritor Antonio Manuel y el cineasta José Antonio Torres, se presentó en Sevilla el pasado 5 de marzo, y tendrá su premier en el 28º Festival de Málaga. El documental es un viaje por la intensa vida de Lorca en aquellos tres meses en los que habitó la isla, que le cambiaron para siempre mientras dejaba su huella indeleble en un país agitado por las creaciones intelectuales y literarias de la época. Federico fue para Cuba un detonante intelectual, un desafío; y acabó siendo parte de su historia.
Con una interpretación magistral de Javier Jiménez Noia, el documental rescata una imagen de Lorca desconocida para el gran público. Sobre todo, para el español, acostumbrados a evocar a un poeta martirizado. En Cuba vemos a otro Federico, al verdadero Federico. Desacomplejado, feliz, hedonista. Tras una breve etapa en una Nueva York que desencantó el alma del poeta, lúgubre, despersonalizada, cruel, agresiva, llega a la isla del caribe para impartir algunas conferencias, pero la identidad de la isla le enamoró.
En un Lorca traído a la vida a través de la interpretación de Jiménez Noia, en su habitación de Madrid antes de partir a Granada definitivamente, el actor se mete en los recuerdos del poeta y los transmite a través de su piel, sus gestos, su voz. La presencia de este Lorca es tan fundamental para el documental como la banda sonora que acompaña constantemente a la narración. El documental es una experiencia inmersiva que retrotrae al espectador a una Cuba romántica, en una época de esplendor artístico, de goce -aunque también de dificultades, luchas y revolución-, a través de la mirada del poeta.
Jiménez Noia plasma los miedos de Federico, sus inseguridades, sus dudas. El alma atormentada del granadino, quien había vivido en una España nacional católica, bajo la dictadura de Primo de Rivera, encuentra en Cuba una cura para su identidad: la libertad. Así, en una conversación con uno de sus amigos cubanos, ante la insistencia de este de que bebiera la copa que le habían servido, Lorca la levantó ante sus ojos para escenificar, con la templanza de los grandes momentos, cuál había sido -metafóricamente- su gran descubrimiento en la isla: “ver la vida color de ron”.
Al ritmo de los sones cubanos Lorca fue sintetizándose con la cultura y el ambiente imperantes en la isla, recorriéndose la mayoría de las provincias y empapándose de su cultura. Tanto, que Lorca ha dejado una huella indeleble en el pueblo cubano, que le dio un nuevo impulso a un alma atribulada. Lorca solo compuso un poema en Cuba, ‘Son de negros en Santiago de Cuba’, pero fue suficiente para que empezara a formar parte de la historia de la revolución intelectual y artística de la misma.
Allí, en su revitalización, fue consciente de que su persona trascendía a sus forma física, y en un impulso combativo, romántico, dejó la isla por defender unos ideales políticos, los de la Segunda República, que también son sus ideales. “Porque Federico sabía que defender la república era defenderse a sí mismo, defender la libertad”, en palabras de Antonio Manuel.
‘Lorca en la Habana’, es un descubrimiento nostálgico que permite conocer a un Federico feliz, exultante, combativo, enérgico y entregado. Nostálgico porque esa herencia, olvidada durante mucho tiempo en España por imposición de los valores de los que huía y le rechazaban, pertenece ahora al pueblo cubano, pero que comparte con nuestro pueblo. El documental es la evidencia de la universalidad de Lorca, de su grandeza, de un poeta granadino enamorado de su tierra y de la vida, que en su momento de mayor lucidez confesó a su madre sus deseos más (in)conscientes: “Si me pierdo, que me busquen en Andalucía; o en Cuba”.

Periodista todoterreno especializado en comunicación política. Tratando de interpretar la actualidad con la mirada puesta en el sur.
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Codirector de Espacio Andaluz.