Imagina por un momento lo que es perder a una madre o a un padre cuando apenas rozas los seis años de edad, precisamente en el instante en que el camino existencial de la consciencia comienza a abrirse. Considera, por un momento, la dolorosa idea de que no solo lo hayas perdido, sino que hayan decidido arrebatártel@ un grupo de falangistas sin más razón que acabar con lo que consideraban que era cualquier voz disidente y problemática para los intereses del golpismo. Esa fue la dolorosa realidad con la que María de los Ángeles Infante, hija de Blas Infante, Padre de la Patria Andaluza, tuvo que aprender a convivir desde casi los seis años de edad.
La mediana de las hijas del icónico referente del andalucismo histórico, fallecida, desgraciadamente, la madrugada de este 4 de abril a los 93 años de edad, tras toda una vida dedicada en cuerpo y alma a preservar la memoria y el legado que labrase en términos de pensamiento, obra y acción su padre, no fue capaz en todo su periplo vital de sanar completamente una máxima: «Nos lo quitaron. Valiente gentuza», como ella resumía emotivamente con los ojos vidriosos durante una entrevista concedida en 2015 para un reportaje del programa de Canal Sur TV ‘Los Reporteros’, que pretendía guardar homenaje al histórico andalucista, natal de la localidad malagueña de Casares.
Pese a su avanzada edad, ya octogenaria en esa fecha, y un estado de salud que había ido menguando durante la última década, especialmente, durante los últimos años, obligándola a apartarse de la vida pública, María de los Ángeles Infante recordaba con habilidad absoluta no solo la jornada en la que los falangistas detuvieron a su padre, sino los días posteriores a su desaparición. De hecho, evocaba inmaculadamente la coartada que su madre, Angustias García, construyó durante un tiempo ante la desdicha de contar a sus hijas e hijos el verdadero destino de su padre: «Tu padre está de viaje en Inglaterra». Y es que, como reconocía ella en dicha entrevista, «no nos dijeron que lo habían fusilado, en principio».
La sutil mampara ayudó en la casa de los Infante García a esconder, al menos, en las y los más jóvenes del hogar, que no en la propia Angustias, sabedora de la trágica suerte que había corrido su gran amor, el dolor durante unos años. Un pequeño velo que «poco a poco», como reconocía María de los Ángeles, fue retirando la «pobre de su madre», que ya fue «diciendo lo que pasaba», porque «venían muchos amigos y amigas a casa peguntando por él».
Periodista. Magíster en Comunicación Institucional y Política. Pasé por EL PAÍS y Agencia EFE. Codirector de Espacio Andaluz (EA).
