Artículo de opinión de Lázaro Martínez, secretario general de Juventudes Socialistas de Jaén: "Bajar el suflé...otra vez".

Bajar el suflé…otra vez

Nos encontramos sumergidos, otra vez, en una vorágine de hipérboles, hiperventilaciones y exageraciones que nada tienen que ver con el día a día de la política. Y es que estaba claro que la reacción de la derecha y la ultraderecha a los pactos del PSOE con distintas fuerzas parlamentarias iba a ser virulenta.

No es nada nuevo. Cuando la derecha se encuentra en la oposición la agitación que despliega no tiene parangón, tanto que llega a límites en los que se juega con fuego.

Conviene en estos días que cada cual saque lo mejor de sí mismo para comprender que es una situación delicada, sí, pero que debe pasar dentro de la normalidad democrática que se le presupone a nuestro país. Leer, informarse, analizar y discernir. Ese es un proceso en desuso en momentos en los que las vísceras abanderan cualquier debate.

Personalmente estoy harto de que la oposición de nuestro país, concretamente PP y Vox, no dejen de usar en sus intervenciones palabras, calificativos y frases hechas que, sin duda, se nos escapan y alcanzan dimensiones mucho mayores que en las que nos encontramos. Traidor, dictador, rendir España… Son tan solo algunas lindezas que tienen el objetivo de siempre: polarizar.

No consigo asumir que la derecha democrática de nuestro país no sea capaz de afrontar un debate político desde la serenidad, con los pies en el suelo y abandonando frases grandilocuentes carentes de sentido.

Aún no hemos encontrado las esencias patrióticas milenarias que con tanto cariño guardan desde la derecha. Y lo cierto es que esas esencias ni existen ni tienen nada que ver con la España de nuestros días: diversa, plural, abierta, tolerante…

Ese es el problema de fondo de la derecha, siguen sin encontrar el eslabón necesario para comprender la sociedad que los últimos tiempos nos da nuestro país.

Feijóo y Abascal se sonríen mutuamente,
Feijóo y Abascal se sonríen mutuamente

Y llegados aquí, hay que entender que haya gente que discrepe con medidas como la amnistía, faltaría más. Pero mucho mejor para todos sería que esa discrepancia se manifieste sin recurrir a términos como “humillación” o “dictadura”.

Hay un trasfondo que merece ser explorado. Un trasfondo que, personalmente, me hace pensar que la reconciliación es el camino a seguir. Desde la derecha solo escuchamos que es inconstitucional y que es un error. En cambio, aún no hemos oído nada que se parezca a una solución o propuesta para abordar el problema catalán.

De entrada, se ha conseguido que se renuncie a la unilateralidad y que el sector independentista defienda lo que piensa de forma legítima dentro de las normas que la Constitución nos da. Un paso más para encauzar un problema político dentro de la política.

Pero podemos, incluso, explorar más lecturas que se derivan de la posible amnistía. Y es que de producirse, acabará resolviendo lo que ahora mismo es un problema para el PP: sus relaciones con el entorno independentista.

Dentro de cuatro, ocho años, cuando el PP esté de nuevo en condiciones de negociar una investidura, se encontrará de nuevo ante la necesidad de pactar con los nacionalistas, y no es descabellado pensar que la medida de gracia pondrá las cosas mucho más fáciles al PP que viene demostrando sus nulas capacidades de diálogo para hablar con quienes piensan distinto.

Y es que el PP tiene un gran elefante en la habitación que le hace imposible tejer pactos a un lado y otro. Todos sabemos que es Vox. Y el PP sabe que necesita reabrir canales de comunicación con los sectores nacionalistas para salir del aislamiento parlamentario en el que se encuentra, entre otras cuestiones, por culpa de la ultra derecha.

En las semanas de la fallida investidura, el entorno de Feijóo se encargó de trasladar esta reflexión a varones del PP. Nada más lejos de la realidad. El principal partido de la oposición se le viene conociendo más bien por no ver más allá de Génova 13 que por adentrarse en el escabroso pero apasionante camino del diálogo.

Habrá gobierno progresista y habrá oposición de derechas. Y también habrá un escenario de teatralización y exageración. Por el bien de todos, bajemos el suflé… otra vez.

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