A mi edad, aún no siendo muchos los años que llevo encima, me gusta pensar que he recorrido un buen trecho de este camino que es la vida. He hecho amigos inseparables y he perdido amistades con el tiempo; he vivido en otros países, he trabajado en distintas cosas, me he enamorado y me han roto el corazón; me he subido a escenarios a tocar delante de modestas multitudes y durante unos días fui ligeramente viral. Me metí de lleno en la política, perdí la ilusión y la recuperé con más ganas que nunca. Todo ha fluido, cada año ha sido algo nuevo, hasta poder mirar al pasado con nostalgia y dulzura.
Sin embargo, si ha habido una constante en mi vida, algo que me ha acompañado en el camino tanto a mí como a otras tantas otras personas, es que han pasado 11 años y la tele y los periódicos siguen hablando de Cataluña. Tiene mérito la cosa.
No voy a dedicarle mucho tiempo a Cataluña si no es para decir que un pueblo que busca su liberación nacional se merece mis respetos. Y que indudablemente, siendo el suyo un movimiento con tanto recorrido histórico, tanto sacrificio militante y tanto apoyo popular, no es inmune a que se infiltren entre sus filas elementos menos deseables. Si bien respeto a quien defiende a su nación desde una perspectiva de clase, a quién defiende a la vez a la nación y a la gente que la habita, mis respetos no se extienden hacia esa burguesía escurridiza que vistiéndose con la bandera intenta liberarse, para liberarse en realidad de competir con la oligarquía del Estado español.
Y hablando de burguesía vistiéndose con la bandera, vamos al meollo de la cuestión: nuestra burguesía nacional, la andaluza, la de Juanma Moreno. Sería maravilloso si un presidente (o presidenta) de la Junta le cantase las cuarenta al Gobierno central, si no fuera este. Además, sería maravilloso si lo hiciera para reclamarle acabar con la deuda histórica de nuestra tierra. No obstante, Moreno Bonilla ha sido más pragmático: la campaña electoral nunca se acaba. Así pues, nuestro presidente de la Junta afirma que de aceptar el Ejecutivo central las condiciones de los independentistas, “se va a encontrar con la oposición frontal y radical de todos los andaluces”. No queda ahí la cosa, pues justo después de enfrentarnos entre naciones, nuestro presidente aprovecha el momento de vítores para afirmar que su partido va “a defender la igualdad entre todos los españoles”.
A veces me gusta hacerme el listo y me leo como las 20 primeras páginas de algún libro. Hace poco leí este fragmento de “El Arte de Amar” de Erich Fromm: “La sociedad contemporánea predica el ideal de la igualdad no individualizada, porque necesita átomos humanos, todos idénticos, para hacerlos funcionar en masa, suavemente, sin fricción; todos obedecen las mismas órdenes, y no obstante, todos están convencidos de que siguen sus propios deseos. Así como la moderna producción en masa requiere la estandarización de los productos, así el proceso social requiere la estandarización del hombre, y esa estandarización es llamada «igualdad».”
Y sinceramente me voló la cabeza, porque aunque Fromm aquí se refiere a la igualdad entre personas, no puedo evitar ver el paralelismo con la pretendida igualdad entre los pueblos que componen el Estado español. Porque la España que se gobierna desde Madrid no necesita una unión de pueblos ibéricos, sino átomos regionales que aún pensándose distintos, lo justo para pensar que tienen autonomía, sigan los deseos marcados por el dinero de Madrid y más allá. En Vigo, pulpo a la gallega; en Córdoba, salmorejo; y en las dos especula Florentino.
Por eso me parece un tanto gracioso que nuestro presidente de la Junta salga a defender la igualdad de los españoles, porque deliberadamente omite que la igualdad en la que cree es en la de vivir igual de explotadas. Su igualdad es la del año de retraso en las ayudas al alquiler. El proyecto de igualdad de Moreno es secar Doñana, es que el 80% de los nuevos parados en septiembre sean andaluces; es cerrar escuelas antes que poner aires acondicionados, es la igualdad de oportunidades laborales (lejos de casa); es la igualdad de pagar por médicos privados y la de asfixiar a la universidad pública mientras abre los brazos a la privada. Parafraseándole por última vez, “la igualdad de que un catalán, un andaluz, un extremeño y un vasco…” paguen lo mismo por su piso compartido en Dublín, mientras ganan lo mismo fregando platos.
Ya no sé si será por la adulteración de la palabra o porque no he entendido bien a Fromm, pero quizás ya no quiero la igualdad. No si la igualdad no es sacar a Andalucía del atraso al que la han condenado PSOE, PP y todos los que les han dado la mano en algún momento, no si lo que entienden por igualdad es arrojar al resto de naciones del Estado al mismo pozo de pobreza en el que estamos. Quiero la unión entre los pueblos y quiero respeto a la unicidad de cada uno, pero sobre todo, quiero que no pasen otros 11 años de distracciones mientras mi pueblo sigue pasando miserias. Quiero menos charla sobre la amnistía y más sobre Andalucía.
Portavoz de Adelante Andalucía Málaga y militante de Defender Andalucía. Hablo en ‘ArraigoAndaluh’. Me gano la vida de ingeniero informático.
Soy de Málaga. Comencé mis andadas en política formando parte de la UJCE, de ahí saqué la conciencia de clase. De la pandemia y la Diáspora saqué la conciencia de andaluz. Milito en Adelante Andalucía desde su refundación, actualmente soy portavoz provincial y encabecé la lista para las municipales de Málaga en 2023. Hablo en ‘ArraigoAndaluh’ en Twitch y YouTube. Me gano la vida honradamente escribiendo código en mi casa.