Supongo que la gran mayoría de personas que se sienten identificadas con una orientación sexual opuesta a la convencional han sentido en algún momento como el mundo se destruía poco a poco. Esa sensación tan singular, tan inusitada, tan estrambótica que absorbía por dentro más allá de la corporalidad.
Según un estudio publicado por Europa Press, el 14% de la población española se identifica con la comunidad LGTBIQ+, es decir, hablamos de casi 7 millones de españoles, 7 millones de españoles que abrazan el camino de la diversidad y la pluralidad, que no ponen el punto de mira en la indiferencia, cada uno con su historia, con memoria puesta en el pasado, con miras al futuro, un futuro de progreso.
España es vanguardia en derechos, es uno de los países europeos que avanza en el reconocimiento de los derechos humanos del colectivo. En 2023, se cumplen 45 años desde que la homosexualidad dejó de ser considerada un delito en nuestro país, a día de hoy, la lucha continúa para tener nuestros derechos recogidos en las leyes. Pero, como en todo camino de rosas, siempre se presentan inconvenientes; en este caso, la derecha y la extrema derecha.
PP y VOX han adquirido un proyecto de país, si se le puede llamar proyecto, totalmente deformado y sin sentido, más preocupados por la confrontación política que por los propios ciudadanos y ciudadanas, que abanderan un modelo franquista que convertía a España en el país de la desolación y la pena, un país negro y oscuro con el objetivo de convertir la homosexualidad como conducta peligrosa, y así lo hicieron con la ley de peligrosidad social aprobada en la dictadura en 1970. Por otro lado, fueran de las bandas del extremismo, llegaba la democracia, que teñía y desintoxicaba con su abanico de colores todo aquello que fuera en contra de los derechos humanos, y lo hizo, primeramente con la aprobación del Código Penal que trajo la eliminación de la norma de peligrosidad social en noviembre del 1995, con la aprobación del matrimonio igualitario que supuso un hito a favor del colectivo en junio del 2005, con la facilitación del cambio de sexo legal a las personas trans en marzo del 2007 y por último, con la aprobación de la ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y la garantía de los derechos LGTBI en junio de 2022, que prohibía las terapias de conversión, permitía la filiación de los hijos de las parejas formadas por dos mujeres, que contemplaba medidas de acceso al empleo, entre otras cosas. En definitiva, España es un país que merece prosperar y avanzar hacia una igualdad real, no a un postureo’ político.
También, es digno de mención decir que no es lo mismo ser homosexual en un país que en otro, los actos sexuales con personas del mismo sexo pueden ser castigados con años de cárcel e incluso con la pena de muerte, hasta 69 países criminalizan la homosexualidad en sus leyes, ¿no es un poco caótica esta cifra?
Decía en un párrafo anterior, que cada uno o cada una tiene su historia, en pleno siglo XXI, el colectivo LGTBIQ+ sigue sufriendo los efectos discriminatorios de la sociedad, de violencia física, de rechazo, de abusos sexuales, con sus evidentes y consiguientes secuelas sobre su salud mental. El pasado 10 de octubre celebrábamos el Día Mundial de la Salud Mental, no hay salud sin salud mental, pero tampoco, hay vida sin respeto.
No podemos seguir permitiendo que el 32,1% de la población LGTBI presente riesgo de suicidio o que el 19,5% presente riesgos de autolesión. Necesitamos que las diferentes administraciones e instituciones públicas se comprometan, de verdad, a luchar contra esta lacra social. El compromiso no consiste en eliminar las concejalías de igualdad ni abolir la bandera del orgullo de las instituciones como hizo el PP de Huelva el pasado 28 de Junio. El compromiso se cumple añadiendo materias de diversidad al currículo educativo, fomentando los valores de la igualdad mediante campañas de sensibilización, facilitando el acceso al empleo, orientación jurídica y psicológica, grupos de socialización y participación, etc.
Debemos y tenemos que tener la conciencia, que más allá de partidos, más allá de ideas políticas, hay personas en el mundo que siguen muriendo, siguen sufriendo acoso y siguen yendo a psicólogos simplemente por extrapolar la “normalidad”.
Para ser sincero, hace mucho tiempo que en mi vida la normalidad está sobrevalorada, aprendí a (sobre)vivir por mis propios medios, utilizando mis propios métodos, ya no me escondo por la calle, y visto la ropa que me gusta, ahora puedo integrarme en lugares con mucha gente, ahora vivo en paz, conmigo mismo y con el resto, fuera de mi tormento personal, siempre estaba mi arcoíris para guiarme por el camino correcto.
Ha llegado la hora de un jaque-mate, granito a granito, poco a poco, conseguiremos ganar la partida. Aún queda mucho por hacer.
Juventudes Socialistas de Huelva es una organización centenaria compuesta por jóvenes que creemos en la Democracia, la paz, y la igualdad.
Pertenecemos a la federación de Juventudes Socialistas de Andalucía, la más importante de todas las que componen las Juventudes Socialistas de España.
Somos internacionalistas y republicanos, y creemos firmemente en los jóvenes y las jóvenes, y por eso trabajamos por y para ellos.