El pasado 5 de abril cientos de miles de manifestantes salieron a las calles de todo el país en protesta contra el uso de la vivienda como negocio y las consecuencias que en la ciudadanía genera: incremento en el precio de la vivienda (compra y alquiler), destinar viviendas para uso turístico, expulsión de los vecinos de los barrios, despersonalización de las ciudades, etc. En Andalucía, una de las provincias que más sufre estas consecuencias es Málaga, cuyo paradigma es la ciudad de Benahavís, un municipio que oferta más plazas de viviendas para uso turístico que habitantes.
En este sentido, la provincia lleva siendo durante el último año un referente en la lucha contra el uso de la vivienda como negocio, congregados bajo la plataforma Málaga para Vivir. El pasado 5 de abril volvieron a salir a las calles de la ciudad, con un recorrido enfocado en los barrios, para denunciar, precisamente, las consecuencias que citábamos, y donde se congregaron miles de personas (5.000, según Subdelegación y Policía y 30.000 según los organizadores). Sin embargo, para el alcalde de la localidad, Paco de la Torre (PP), aunque se solidarice con sus vecinos entiende que el precio de la vivienda «sube cuando un país progresa».
En unas declaraciones a Cadena Ser Málaga después de las movilizaciones, el regidor malagueño quiso mostrar su «respeto y solidaridad» con los manifestantes, aunque matizó que es «inevitable» que las viviendas «crezcan en su valor cuando un país progresa», donde «los que tienen vivienda salen beneficiados». «El problema es para los que no tienen», añadió finalmente en un alarde de empatía.

Sin embargo, el alcalde de Málaga lo ha explicado lo que significa «progresar». Dentro de un mismo país cohabitan dos modelos diferentes en dos ciudades diferentes: el de Barcelona y el de Málaga, donde el primero ha conseguido reducir las viviendas de uso turístico en tan solo cuatro años aplicando políticas de vivienda y el segundo no para de incrementarlas. Este modelo de uso de la vivienda como negocio -para el turismo- provoca: «turistificación, incremento en el coste dl alquiler, éxodo de habitantes y precarización de las ciudades, entregadas al monocultivo turístico. Concretamente, en Málaga ha crecido un 46,5% el precio de m2 en vivienda de alquiler en los últimos cuatro años y el índice de VUT por cada 1.000 viviendas es de 30,3.
Los manifestantes de pasado 5 de abril en Málaga se dirigieron en reiteradas ocasiones al alcalde: «Paquito, escucha, las vecinas están en lucha», o, “¿y dónde está Paquito? ¿Paquito dónde está? Paquito está vendiendo lo que queda de ciudad”, criticando la gestión pública que se ha hecho de la vivienda, provocando que, en estos momentos, sea «inaccesible»: «Málaga no es una ciudad para vivir sino un tablero de juego”.


Periodista todoterreno especializado en comunicación política. Tratando de interpretar la actualidad con la mirada puesta en el sur.
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Codirector de Espacio Andaluz.