La insistencia del alcalde de Cádiz, Bruno García (PP), por invocar nuevamente la nomenclatura ‘Carranza’ para el estadio del Cádiz CF, pese a las advertencias del Gobierno de España y de la Ley de Memoria Histórica y de asociaciones memorialistas, no es sino un afán marcado por la sangre de más de medio millar de gaditanos y gaditanas y por el destierro y la marcha de otros centenares; un ataque directo a los abuelos y abuelas de los vecinos que el 28 de mayo de 2023 le otorgaron su confianza mayoritaria al frente del Consistorio municipal. Tras décadas rindiéndose culto gratuitamente a un golpista, la ciudad había conseguido sepultar el nombre de un sujeto al que la historia de la ciudad no le rendía pleitesía alguna y que pretende ahora desempolvar, de nuevo, el dirigente popular.
Durante julio de 1936, Cádiz y la población gaditana vivieron una verdadera ola de terror a manos del golpismo militar, como también ocurrió en las otras provincias del suroeste español, que cayeron muy pronto en poder de los facciosos. Alentados por el viejo cacique local Ramón de Carranza, quien idearía el golpe militar en la ciudad desde tierras portuguesas -junto con Sanjurjo- y que, llegaría a la ciudad el 26 de dicho mes, apenas días después de haberse iniciado el levantamiento, para ser nombrado nuevo alcalde y gobernador, los sublevados -falangistas, regulares, militares -retirados y en activo- y paramilitares, carabineros, oligarcas…- reprimieron con dureza la capital gaditana.
Los barrios más rebeldes ante el golpe, Santa María y La Viña, fueron barridos por los regulares, quienes eran guiados por los falangistas por los diferentes enclaves de la localidad, sin contemplación alguna. Antes de que el propio mes de julio finalizase, la desbandada republicana ya era general, y los golpistas ya habían sembrado pavor en la Tacita de Plata, convirtiéndola en el centro de aprovisionamiento y base militar y marítima del bando nacional.
Ramón de Carranza fallecería tan solo algo más un año más tarde, en septiembre de 1937. Su alcaldía comprendió el período más duro de la matanza golpista que dinamitaría la vida de 600 gaditanos y gaditanas. A su muerte, también cargaría a sus espaldas con el encarcelamiento, el desahucio y el exilio de otros tantos centenares de estos y estas.
Sus hijos, como revela el periodista Paco Sánchez (La Voz del Sur), siguieron a pies juntillas la estirpe de su predecesor. José León, que ya había sido detenido previamente por estar implicado, en 1932, en la «Sanjurjada», el fallido golpe de Estado contra el gobierno de la Segunda República liderado por el propio general José Sanjurjo, sería durante dos décadas alcalde franquista de la ciudad ‘gadirita’. Otro, también llamado Ramón, fue primer edil golpista de Sevilla.
Todos ellos conforman el espantoso legado al que vuelve a hacer guiños el actual alcalde, cuyo Ayuntamiento ya ha aprobado estos días el inicio del expediente para renombrar el estadio del Cádiz CF, desatendiendo, de paso, la votación popular -y democrática- en la que participase la afición cadista para la elección de su designación actual, El Nuevo Mirandilla, en referencia tanto al antiguo estadio del equipo, como a la ya extinta denominación del propio club.
Periodista. Magíster en Comunicación Institucional y Política. Pasé por EL PAÍS y Agencia EFE. Codirector de Espacio Andaluz (EA).