El andalucismo se enfrenta a un nuevo punto de inflexión, como ya vivieron los andaluces y andaluzas en los años setenta. La suerte de contrato social que fraguó la movilización masiva del 4 de diciembre (1977), oficialmente, Día de la Bandera -oficiosamente, Día Nacional de Andalucía-, vuelve a estar en entredicho por un nuevo y fuerte debate territorial, liderado por otras nacionalidades históricas -que incluso reniegan de la andaluza para esta condición- y, a su vez, por la corriente reaccionaria que continúa en su escalada por recentralizar el Estado español.
Paralelamente, las promesas de desarrollo en el territorio que fueron dilapidadas durante más de 40 años por el PSOE andaluz, con una autonomía inacabada inclusive, ahora han sido heredadas por el PP-A que, anda erosionando, ya a pasos agigantados, el particular Estado del bienestar de la comunidad, embadurnándose, además, de los símbolos y elementos identitarios andaluces.
En estas y ante unas elecciones europeas que dictaminarán si Europa apuesta por la paz, la justicia social, las políticas y derechos sociales, la transición ecológica y la tolerancia, o bien, por el contrario, por las políticas de rearme armamentístico y la guerra, la austeridad, los recortes, las fronteras y el negacionismo climático, Andalucía tiene la urgencia de tener una voz propia, autóctona y no supeditada a la dinámica de partidos estatales, que represente y vele por los intereses de las clases populares andaluzas.
Esta tarea ha sido encomendada, consenso mediante, por la candidatura andalucista Ahora Andalucía -la única que lo es exclusivamente de aquellas que se presentan en nombre de la comunidad- a Javier García, experimentado activista y sindicalista andaluz, quien pese a su todavía corta edad -no llega a los cuarenta-, es posiblemente la voz más sabia de la que goza el andalucismo más vanguardista y joven.
Vivo relato del andaluz promedio que se ha visto cuasiobligado a emigrar a otra punto de la geografía española en busca de oportunidades laborales con los que poder desarrollar su proyecto de vida, este joven almeriense -natal de El Ejido-, que siempre tiene a Andalucía y al andalucismo en la boca, en sus pensamientos y en sus actos, es actualmente profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona y es especialista en Estudios Poscoloniales y en Historia colonial moderna y contemporánea, entre los que examina con protagonismo la teoría decolonial andaluza y el pensamiento crítico desde el sur. En el rincón favorito de su estantería, no faltan títulos de históricos andalucistas como Blas Infante, José Acosta o Juan Manuel Sánchez Gordillo, y los de otros y otras pensadoras más actuales, como Soledad Castillero -y porque Teresa Rodríguez no ha publicado libro propio aún, que si no, reconoce que tendría indudablemente el/los de ella-.
Pregunta: ¿Qué es Ahora Andalucía?
Ahora Andalucía es una plataforma, una candidatura de candidaturas, que nace con el objetivo de resolver una anomalía política en el sistema política andaluz, que es la falta de representación de sectores sociales y culturales andaluces, la falta de representación del andalucismo político. Una opción política que ha faltado en las últimas décadas y que hoy tenemos que volver a reconstruir por el bien de Andalucía. Es un andalucismo de urgencias, como tratamos de señalar, un andalucismo en el que caben muchos mundos, que pretende construir un frente común de mínimos ante la situación de desamparo y desarticulación que vive el andalucismo político en las instituciones del Estado.
Pregunta: ¿Cuándo y cómo nace Ahora Andalucía?
Ahora Andalucía nace de un proceso de reflexión que hemos llevado a cabo sectores importantes del andalucismo político en los últimos años, sobre la necesidad de articular una vía amplia del andalucismo político, sobre la necesidad de construir un instrumento en defensa de los intereses de las clases populares andaluzas y que nace a través de un debate que se ha llevado a cabo en diferentes sectores del andalucismo: político, social, cultural, sindical…Este debate nos ha llevado al convencimiento de la necesidad de ensanchar el andalucismo político. Yo creo que los instrumentos que ha puesto el andalucismo político en las manos de la sociedad andaluza siempre han sido transversales, siempre han sido en confluencia y hoy estamos llamando también a nuevas confluencias en pos de esa representación andalucista amplia. Nace a través de diversos debates que se han llevado a cabo en los últimos tiempos, con la necesidad de construir una vía amplia andalucista, al igual que hemos visto en los últimos meses en la sociedad gallega, catalana o valenciana, donde se están construyendo mayorías sociales que tienen como objetivo la defensa de sus territorios, la defensa de las infraestructuras, de su economía, su cultura o sus territorios. Creemos que Andalucía se tiene que incorporar a ese proceso de transformación en el Estado español desde una voz propia y desde un proceso netamente andaluz.
Pregunta: Cuando hablan de “frente amplio de mínimos” en Ahora Andalucía, ¿a qué se refieren?
Estamos convencidos de que hay una mayoría social andaluza que es consciente de la necesidad de este frente amplio. Hay una mayoría de la sociedad andaluza que cuando ve prensa está saturada de noticias sobre Cataluña, País Vasco u otras comunidades, pero siempre echa en falta que Andalucía tenga voz en esos telediarios y en esos periódicos. Estamos hablando de algo muy simple, como es una voz andaluza, la defensa de los objetivos y de los intereses de Andalucía, que pasan por infraestructuras, fiscalidad, economía, pero, fundamentalmente, por una presencia andaluza y una defensa de la voz andaluza. Esto tiene que ver con esos frentes amplios de mínimos y que remiten a una situación que es donde realmente nos están expulsando del territorio, de las instituciones y hoy, el voto andalucista, es uno de los principales derechos de todos los andaluces: tener una papeleta andalucista y poder votar en andaluz.
Pregunta: Vuelvo a retomar el tema de la voz propia. ¿Qué importancia consigna que Andalucía tenga voz propia en el Congreso y que marque la agenda de los partidos estatales como lo hacen partidos nacionalistas de otros territorios?
Nosotros pensamos que hoy día Andalucía se enfrenta a una derecha regional, una derecha de ‘Monopoly’, que hace política de casino, cuya financiación del Estado la trasvasa a las empresas. Hay una fuga de financiación de la derecha regional. Pero también tenemos una izquierda estatal absolutamente fragmentada que ha renunciado a transformar Andalucía. Vemos como en el Congreso, la izquierda ha renunciado a la transformación de Andalucía y a que haya un proyecto nacional-popular. Eso nos lleva a que Andalucía está huérfana de representación política en el Congreso. Los 61 diputados andaluces sirven a sus partidos, son funcionarios de partido, no son diputados que se conecten y vinculen a los intereses de Andalucía. Por eso, el andalucismo tiene que tener más que nunca una función orientadora, del conjunto de las izquierdas y del conjunto de las fuerzas políticas andaluzas, igual que ERC, Bildu, Compromís, el BNG…Tiene que volver a tener una función orientadora como la tuvo el 4 de diciembre. Aquello fue una rebelión democrática con una revolución inacabada, que el PSOE, como partido de Estado se encargó de ocupar y de gestionar. El 4-D sigue siendo la revolución democrática pendiente para profundizar en esta economía inacabada que ni ha repartido tierra ni ha generado pleno empleo, ni ha defendido nuestra cultura ni nuestros intereses en el conjunto del Estado.
Pregunta: Andalucía tiene dos grandes frentes actualmente: el centralismo desde Madrid y el modelo privatizador y de demolición de los servicios públicos del PP andaluz. ¿Sabría decirme cuál es la receta para combatir a ambos simultáneamente?
El andalucismo debe construir, además, de esa voz propia que permita a la sociedad andaluza expresarse en las instituciones, tiene que construir una vía propia, una vía andaluza. El 4 de diciembre de 1977 nos enseñó que no queríamos ni una derecha conservadora centralista ni una izquierda centralista. Necesitábamos de un espacio progresista, andalucista que luche por la redistribución de la economía, por la democratización del Estado y por la descentralización institucional. Eso es la vía andaluza. Esa vía es lo que el andalucismo se tiene que encargar de construir, confrontando con las derechas regionalistas que están expropiando el territorio, destruyendo Doñana, pero también con una izquierda centralista que está trayendo más residuos nucleares al Cabril (Córdoba) y que está abandonando a su suerte esta tierra en manos de la derecha. Esa vía propia andaluza necesaria para que la sociedad andaluza se incorpore a la conquista de derechos y soberanía que estamos viendo por parte de otros territorios españoles es lo que andalucismo asume como parte de hoy.
Pregunta: Manu Sánchez dice que ‘el andalucismo será político, o no será’. ¿Crees que el andalucismo político tiene que ser soberanista o no será? ¿Qué relevancia debe adquirir la soberanía andaluza?
Parafraseando a Manu Sánchez, tendríamos que decir que el andalucismo político será de obediencia andaluza o no será. Yo creo que la sociedad andaluza se merece tener un espacio de representación propia que se dé en confluencia y diálogo con otras fuerzas, federales y confederales. El espacio de confluencia entre el andalucismo, la izquierda y otros sectores está por construir, pero es fundamental que haya una voz nítidamente andaluza. La sociedad andaluza está viendo que, a día de hoy, Andalucía es una batalla campal entre los intereses de los partidos estatales. Tanto el PP como el PSOE lanzan a los andaluces a batallas que no repercuten para los intereses de los andaluces. Los andaluces somos soldaditos de batallas que no nos representan. Necesitamos un campo de juego propio, un campo de batalla propio, una causa común que defender. El andalucismo se encarga de construir esa causa común para que la sociedad andaluza encuentre donde tenemos que hacer fuerza y cuáles son las causas que tenemos que defender para sacar a Andalucía del subdesarrollo y la emigración y del reto de las amenazas que hoy sufren. El PP y el PSOE son una amenaza para Andalucía. Este último ha destruido nuestros sistemas de sanidad y enseñanza en los últimos 40 años y el PP está profundizando en esa desarticulación y privatización del sistema público de salud, y yo creo que el andalucismo vuelve hoy a ser más urgente que nunca. Ese es el andalucismo que estamos construyendo, un andalucismo de urgencias.
Pregunta: En un momento en el que, en estos meses atrás, ha existido un fuerte debate territorial, ¿cuán importante es nuevamente reivindicar la noción y el papel de Andalucía como nacionalidad histórica?
Bueno, estamos viviendo episodios que ya vivieron los andaluces y andaluzas en los años 70, a final de la dictadura. Yo creo que, a finales de los años sesenta, tenían un plan de desarrollo para Cataluña, que era la importación masiva de mano de obra para ejercer como clase obrera de las industriales catalanas y, por otro lado, un plan de subdesarrollo para Andalucía, de desarticulación del pueblo andaluz, mientras se estructuraba el polo químico de Huelva y la industria más contaminante de Europa. Ese plan de subdesarrollo se reforzó en los años setenta con un plan a dos niveles: una autonomía de primera, mientras a Andalucía no se le otorgaba esos derechos de nacionalidad histórica. El 4-D fue una rebelión democrática que implosionó el plan de las elites de la dictadura para Andalucía. La sociedad andaluza logró salir a la calle y conquistar esa nacionalidad histórica como reconocimiento pleno de nuestros derechos nacionales y sociales. Fue lo que nos permitió acceder al 151. Estamos viviendo pues parte de un debate que comenzó en los años setenta, que son los planes que las élites del Estado tienen para Andalucía. Por entonces, trazaron un plan de desarrollo, a base de política industrial e importación de mano de obra andaluza, que desarticulaba la sociedad rural andaluza a la vez que nutría a los industriales catalanes de mano de obra andaluza. Ese desarrollo está basado en el subdesarrollo de nuestra tierra y de una nación abandonada por las élites de Estado. En los años 70, el Estado autonómico que estaba imponiendo por parte de de estas élites relegó a Andalucía a un territorio de atraso y subdesarrollo. El 4 de diciembre del 77 fue una rebelión democrática con la que colapsaron los planes de las élites del Estado y la sociedad andaluza logró conquistar esa nacionalidad histórica y esa condición nacional que asegurase nuestros derechos sociales y nacionales. Ese contrato social, hoy está roto. Los andalucistas en su conjunto estamos de acuerdo en que hace falta un nuevo contrato social entre los andaluces y el Estado español porque aquellas promesas de desarrollo han sido incumplidas y nuestra autonomía es una autonomía inacabada. Andalucía vuelve a verse relegada hoy a ser un criadero de mano de obra para la exportación, a una plantación que alimente a Europa occidental, a un casino en que descansan las élites españolas y europeas, y, por lo tanto, no podemos volver a permitir que la nacionalidad andaluza se relegue a una autonomía de segunda. Estamos viendo cómo las élites catalanas, vascas y el conjunto de las élites españolas quiere una Andalucía como campo de batalla, como reserva espiritual de esa entidad española, mientras el Estado ha conseguido anular una parte de la conciencia de identidad del pueblo andaluz. El andalucismo es más necesario que nunca porque sin él no habrá un bloque progresista capaz de vencer al bloque de derechas del conjunto del Estado. Sin él no habrá un espacio progresista amplio en el conjunto del Estado español y los andalucistas tenemos que volver a ser vanguardia de las transformaciones del Estado como fuimos en los años setenta. Ese andalucismo de vanguardia es necesario, no solo para la transformación social de Andalucía sino para la transformación social del resto del Estado.
Pregunta: ¿Es posible una izquierda soberanista en Andalucía, como precisamente ha ocurrido en otras comunidades, como Galicia, País Vasco y Cataluña- durante los últimos comicios electorales?
El andalucismo es un movimiento fundamentalmente progresista y transversal. Esto implica que incorpora diferentes sectores sociales y políticos del país. Los movimientos regionalistas nacionalistas o soberanistas tienen una naturaleza de confluencia y progresista, como vemos en Compromís, en BNG, Més per Mallorca u otros movimientos regionalistas o nacionalistas en el conjunto del Estado. En el caso de los procesos de conciencia nacional que están más desarrollados, surgen diferentes vías que construyen vías propias del nacionalismo de izquierdas y del nacionalismo más conservador. Pero, excepto Euskadi y Cataluña, el conjunto de movimientos nacionalistas son más transversales. Ahora Andalucía pretende eso, precisamente ser un movimiento transversal, que incorpore a las diferentes nacionalidades, desde la izquierda hacia el centro democrático, la socialdemocracia y que permita acumular las fuerzas necesarias para tener esta voz en las instituciones. En ese sentido, yo creo que el ‘procés’, como otros fenómenos de acumulación nacionalista, nos ha demostrado que es necesario un contrapeso a las élites del Estado para conquistar soberanía y derechos. Ya hoy, después de las elecciones catalanas, nadie duda de que la sociedad catalana no es fundamentalmente independentista pero sí considera necesario un contrapeso a las élites del Estado para conquistar derechos y conquistar soberanía. Ha pasado del por ellos al por nosotros, a una voz propia y por eso estoy convencido de que una mayoría andaluza comparte la necesidad de una voz propia.
Periodista. Magíster en Comunicación Institucional y Política. Pasé por EL PAÍS y Agencia EFE. Codirector de Espacio Andaluz (EA).