Irene Montero, cabeza de lista de la candidatura de Podemos a las europeas, en el acto central de la Fiesta de la Primavera de la formación morada en Madrid. 25 de mayo de 2024.

Montero y Belarra apelan a la «historia de transformación y éxito» de Podemos en su primera década de vida para conseguir «una voz fuerte por la paz y los derechos en Europa»

Podemos regresa, diez años después, al que fue el punto de partida de la formación. Unos comicios europeos, por entonces, los del 25 de mayo de 2014, en los que se erigió en la sorpresa absoluta al lograr hasta cinco escaños en Estrasburgo tras apenas tres meses de existencia. La agrupación morada, con una marcada conciencia rupturista con el que denominaron como «régimen del 78», ese particular ‘statu quo’ heredado desde el período transicional -relato inclusive-, consiguió dar la campanada e irrumpir con mucha fuerza, de paso, en el panorama político español, rompiendo los esquemas del resto de partidos. A izquierda y a derecha. A todos.

Una década más tarde, el grupo progresista, capitaneado por una de sus lideresas, Irene Montero, secundado por dos pesos fuertes actuales de la organización, Isa Serra y Pablo Fernández y con la presencia destacada en la lista de dos andaluces ilustres ligados al activismo autonómico -y nacional- como el exsindicalista Diego Cañamero y la referente en la lucha por los derechos trans Mar Cambrollé-, vuelve al lugar de lanzamiento apelando precisamente a la «historia de transformación y éxito» cosechada durante este aún corto pero ya contrastado período de vida de los morados.

Lo hace, además, con el bagaje de haber conseguido una amplia lista de cuestiones en los «momentos más difíciles», durante toda la pandemia y en pleno estallido del conflicto entre Ucrania y Rusia, «cubriendo a la gente» y logrando «toda una generación de derechos sociales, feminista y del colectivo LGTBI», como el propio grupo reconoce con orgullo. Ingreso Mínimo Vital (IMV), subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) por encima de los 1.000 euros -más de un 30 % en tres años-, Ley de vivienda, Ley Solo Sí es Sí, Ley Trans-LGTBI-, Escudo Social, Ley Rider,  Ley de salud mental, regulación de la eutanasia, Tasa Google y Tasa Tobin, excepción ibérica para limitar la factura de la luz de los españoles y españolas, planes de igualdad en las empresas nacionales…y un sinfín de políticas promulgadas más avalan lo desarrollado por Podemos durante sus años de cogobernanza en el Ejecutivo central junto al PSOE.

Esa contundente trayectoria, sin ambages, es a la que pretende apelar ahora la candidatura morada a las elecciones europeas del 9 de junio. Una importantísima fecha política para la que ayer, sábado 25 de mayo, en Madrid, en el acto central de la ya tradicional Fiesta de la Primavera de la organización, convertido, por las circunstancias, en mitin de campaña, la propia Irene Montero afana que la población vote nuevamente a la «izquierda transformadora que representan» ante los «peligros urgentes» a los que se enfrenta España y el propio continente europeo, entre ellos, el de conseguir la paz y romper el «consenso de la guerra», el «consenso bélico», el «consenso de seguir enviando armas» desde territorio europeo a conflictos armados como el de Ucrania y a «genocidios» como el que anda perpetrando el Estado israelí en Palestina. «Nuestro voto tiene que ser el fruto de que la izquierda se pone en pie para acabar con ese consenso de guerra y belicista. Con las guerras crecen las desigualdades. Mirad quiénes se están haciendo de oro en contexto de guerra: grandes empresas energéticas, grandes potencias internacionales, entidades financieras…», aseguraba la exministra de Igualdad.

No es la única de las tareas más que apremiantes, ahora bien, contra las que se enfrenta Europa en estos envites electorales. El avance notable de las formaciones de ultraderecha de todo el continente europeo previsto durante los sondeos de cara a las elecciones europeas y la disposición del Partido Popular español y del europeo de «incorporar a la extrema derecha al corazón de la toma de decisiones en la eurozona», con esos que, como recuerda, Montero, «son antiabortistas, niegan el cambio climático, niega la violencia contra las mujeres y el colectivo LGTBI», obliga también a la movilización masiva en los comicios: «La tarea de España en Europa es romper el consenso de la guerra y no reforzarlo y aprovecharlo para que los antiabortistas, los negacionistas del cambio climático o los que niegan la violencia de género se sienten ahí y tengan puestos de comisarios en esa Comisión Europea», aseveraba.

Una postura en la que, de igual forma, se postulaba, precisamente, la vigente secretaria general de Podemos, Ione Belarra, que reconocía que «nos estamos jugando mucho en estas europeas» y que es necesario «construir alianzas internacionales fuertes que nos permitan avanzar, señalar el mundo que viene, el futuro que queremos en medio de la ola reaccionaria más fuerte que vivimos desde hace década». Para ello, la máxima responsable de la organización podemista destacaba que eso «se hace con valentía, se hace sin miedo, dándonos la mano unas a otras cuando las cosas, como ahora, se ponen difíciles».

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